Las Vegas, devastada por el colapso económico de 2008, pasa apuros con los cierres por coronavirus

Tribune Content Agency

LAS VEGAS — Hace apenas dos semanas, Carlos Rosales Jr., nativo de Las Vegas, le dijo a su primo que la actividad en su nueva barbería iba tan bien que estaba considerando contratar a un tercer aprendiz.

Después de vivir casi una década de incertidumbre financiera tras el colapso económico de 2008, el veterano militar se sentía optimista de nuevo. Pero ese sentimiento se evaporó la semana pasada cuando Rosales cerró la barbería tras el ordenado cierre de negocios no esenciales en todo el estado en un esfuerzo por contener el mortal coronavirus.

“No sé cómo voy a pagar mi hipoteca o los pagos de mi nueva camioneta”, dijo.

El virus ha sacudido a la economía de Las Vegas de una manera sin precedentes, marcando el comienzo de una nueva realidad para miles de residentes que recién salieron (algunos todavía maltrechos) de la última recesión. Los que perdieron sus empleos y sus casas a principios de los años 2010 llevan esos recuerdos a un paisaje precario de nuevos desafíos económicos.

Cuando se le pidió que comparara esto con la crisis financiera de 2008, que sacudió a Las Vegas, Julie Langille, de 45 años, una corista y artista durante gran parte de su vida adulta, sugirió que esto es peor. “Esto es un poco más aterrador. Antes, sí, impactó a nuestra industria, pero no cerró a nuestra ciudad”, comentó. “Nunca ha pasado que todo tenga que parar por un periodo de tiempo”.

En muchos sentidos, la Gran Recesión afectó a Nevada más que a cualquier otro estado. Muy dependiente de los dólares de los turistas, Nevada, donde los casinos se difuminan entre el calor del desierto, se considera como un indicador económico para el resto del país. Impulsando la economía del estado está Las Vegas, hogar de la industria del juego de 6 mil 600 millones de dólares del Strip y unos 2 mil 200 millones de los tres mil millones de residentes del estado.

Alrededor de 186 mil personas perdieron sus empleos en todo el estado debido a la recesión. Los empleos se secaron, el turismo se detuvo, los proyectos de construcción se estancaron y la gente cayó en las ejecuciones hipotecarias. El estado seguía tambaleándose años después de la crisis; en 2015 Nevada lideró la nación en nuevas ejecuciones hipotecarias, según RealtyTrac.

En respuesta, el estado se fijó una meta ambiciosa de diversificar su economía con incentivos financieros, reducciones de impuestos y programas de capacitación de la fuerza laboral. Pero después de que el gobernador Steve Sisolak ordenó el cierre de negocios no esenciales el viernes, amenazando con citaciones criminales para aquellos que no cumplan, la pandemia del coronavirus ahora amenaza con servir como una prueba de estrés crítica.

En 2009, Rosales estuvo sin trabajo durante un año y su padre, un trabajador de la construcción cerca del Strip, perdió su casa por ejecución hipotecaria. En los últimos años, sin embargo, su fortuna mejoró. Con la industria de la construcción de nuevo en ascenso en la Ciudad del Pecado, su padre compró dos casas: una en 2014 y otra en 2017. Y un año después, Rosales, de 35 años, compró una casa de tres habitaciones en el Condado de Clark.

Aunque su familia soportó la última crisis, no está seguro de que puedan hacerlo de nuevo. Trata de ocultar sus preocupaciones; no quiere asustar a su esposa e hijos.

“Sigo pensando en lo que puedo hacer”, dijo. “La idea me atormenta todo el día”.

En una economía de alto riesgo y alta recompensa que depende en gran medida de los ingresos prescindibles de los estadounidenses, hay una comprensión implícita de que los medios de vida dependen de caprichos impredecibles. Alrededor del 40 por ciento de los empleos en el estado están relacionados con el ocio, la hospitalidad o la venta al por menor. Un estudio reciente del Instituto de Política Económica encontró que Nevada es probable que pierda el 5.3 por ciento de los empleos del sector privado.

El impacto de una depresión provocada por el coronavirus en Las Vegas podría ser más devastador que la crisis financiera de 2008. Es una ciudad construida y operada en gran parte por trabajadores de la hostelería que atienden a los turistas. En 2018, solo los hoteles y casinos del sur de Nevada empleaban a unas 164 mil 400 personas, lo que representaba el 16.8 por ciento del empleo total de la región.

Unite Here, un sindicato que representa a 300 mil trabajadores de la industria de la hospitalidad, estima que entre el 80 y el 90 por ciento de sus trabajadores podrían perder su empleo durante la crisis del coronavirus.

Pero los residentes de Las Vegas saben que este es un territorio de riesgo inherente. Ya sea que hayan nacido y crecido aquí, o se hayan mudado con sueños de signos de dólares y la capacidad de comprar una casa de poco más de 200 mil dólares, son obstinados en los periodos difíciles. Se pueden dejar de hacer los pagos de los coches; los salarios reducidos serán un problema. Pero hay una mentalidad de que estamos juntos en esto entre entre muchos residentes.

La frase “Vegas Strong”, que ganó popularidad después del tiroteo del Festival Route 91 Harvest en 2017, es más que un cliché; se ha convertido en una especie de mantra para aquellos que se enfrentan a los temblores económicos que pronto podrían convertirse en algo mucho peor.

El jueves pasado, cuando se le dijo al taxista Curtis Gillespie, de 61 años, que no viniera más al trabajo, fue un momento en que todo pareció muy familiar. Aprendió que la vida no progresa linealmente cuando fue despedido de su trabajo de hacer puertas en 2010, poco después de que el mercado de la vivienda se derrumbara. Y de nuevo cuando murió su esposa hace unos años.

Está eligiendo enfrentar esta crisis como lo hizo antes. Cree que un hombre hace todo mejor con gracia y empatía que quejándose. “A otras personas les va peor que a mí”, dijo. Y con más tiempo libre en estos días, Gillespie dijo que planea consentir a su chihuahua de tres años, Molly.

“Solo somos mi chica y yo estos días”, comentó.

Después de solicitar el subsidio por desempleo, se subió a su camioneta y se dirigió a Petco a comprar algunas golosinas para perros. Cuando se fue, vio un taxi estacionado cerca de él. Le tocó en la ventana.

“Me despidieron esta mañana”, le dijo Gillespie al taxista que estaba sentado dentro. “¿Cómo está usted?”

“Hasta ahora todavía tengo trabajo”, respondió el taxista.

Gillespie cree que con el desempleo y el dinero que tiene ahorrado en el banco, será suficiente para ayudarle a pasar el mes de abril. Espera que para entonces los funcionarios de salud pública tengan la pandemia bajo control para que pueda volver a trabajar.

“He aprendido a ahorrar dinero en caso de emergencias, y ahora eso me viene bien”, dijo.

Para los empleados de Las Vegas cuyo sustento depende de los turistas, el coronavirus es un arma de doble filo.

Langille, la corista, es una antigua artista de Las Vegas. Empezó en 1997 en el “Masquerade Show in the Sky” en Río, un espectáculo temático de carnaval con atuendos coloridos y bailes seductores. A lo largo de las décadas, los espectáculos de este tipo cayeron en desgracia cuando la popularidad de actos como el Cirque du Soleil se disparó.

Su último espectáculo fue en el ahora demolido Clarion Hotel and Casino en 2015. La última producción de “showgirls” en el Strip, “Jubilee”, cerró al año siguiente. Desde entonces, Langille ha tenido que ser creativa para ganarse la vida: Hace eventos corporativos y privados, conferencias, cumpleaños.

“También me exhibo”, reveló. Ella y otras coristas posan para fotos con turistas en la calle Fremont y el Strip. Esos ingresos son a veces más de lo que ella ganaba actuando en espectáculos reales. Pero la casi completa eliminación del tránsito peatonal reduce severamente su capacidad de ganarse la vida.

“Si la gente no viene de visita, no puedo llevar a cabo mi negocio y no puedo cobrar por hacer lo que hago”, señaló. “Si el turismo se detiene, el entretenimiento se detiene. Todo lo que hago está a punto de detenerse”.

Para los contratistas independientes como Langille, la pandemia es devastadora: la pérdida del empleo está por encima de las preocupaciones de salud y el deseo de preservar la seguridad pública. “Te preocupa tu trabajo y te preocupa el virus”, dijo. “Quieres gritar ‘¡Vegas Strong, salgamos y hagamos lo que podamos hacer!’ Y la parte que da miedo es que de todos modos tenemos que hacer eso”.

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