En los Premios Grammy 2020, las nuevas y brillantes estrellas opacaron a la Recording Academy del amiguismo

Tribune Content Agency

LOS ÁNGELES — Afuera, los aficionados lloraban la muerte de una leyenda del deporte, mientras que dentro, la industria musical ungía a una nueva superestrella.

Esa fue la escena del domingo por la noche en el Staples Center, donde la Recording Academy presentó la 62ª entrega de los Premios Grammy solo horas después de que la leyenda de los Lakers Kobe Bryant muriera en un accidente de helicóptero que hizo que sus fans acudieran en tropel a la arena en el centro de la ciudad a la que alguna vez llamó su hogar.

En los Grammy, fue otra heroína local, Billie Eilish, de 18 años, quien hizo historia, convirtiéndose en la segunda artista de la historia (Christopher Cross fue el primero, en 1981) en ganar las cuatro categorías principales del show: álbum, disco y canción del año, junto con la mejor artista nueva, por el trabajo de su primer disco para un sello importante, “When We All Fall Asleep, Where Do We Go?”

Criada en Highland Park por padres artistas que educaron en casa a ella y a su hermano mayor (con quien graba su música), Eilish es una nueva tipo de triunfadora de los Grammy: no es una predicadora reconfortante o una joven chapada a la antigua de buen gusto, sino una excéntrica hábil que hace canciones pop extrañas y susurrantes sobre “la depresión, los pensamientos suicidas y el cambio climático”, como las describió su hermano, Finneas, cuando ambos subieron al escenario para aceptar el trofeo del álbum.

Más tarde, la cantante recogió el último de sus premios sin hacer comentarios, como si no pudiera encontrarle sentido a lo que acababa de suceder.

Sin embargo, los hermanos Eilish no fueron los únicos talentos frescos que ganaron en los Grammy.

Lizzo, quien también había sido nominada para los cuatro grandes premios, se llevó tres premios menores, incluyendo el de actuación como solista de música pop por su éxito “Truth Hurts”, que, según dijo en su discurso, estaba diseñado para “liberar” a la gente. Y Lil Nas X, el fenómeno del country-rap detrás del inevitable “Old Town Road” del año pasado, ganó dos Premios Grammy, incluyendo el de actuación en dúo/grupo de pop.

Las actuaciones en el programa de tres horas y media también enfatizaron una idea de novedad que antes hubiera parecido inimaginable para la rancia, y recientemente asediada, Recording Academy.

Tyler, the Creator interpretó sus retorcidas canciones de soul “Earfquake” y “New Magic Wand” mientras su cuerpo se movía espasmódicamente por un escenario devastado por llamas digitales; Lil Nas X reunió a algunos de los artistas con los que hizo remezclas de “Old Town Road”, incluyendo a BTS, Diplo y Mason Ramsey (mejor conocido como el chico cantante de yodel de YouTube), para una versión muy activa de esa canción que se sintió un poco como si el internet cobrara vida.

Hubo muchos veteranos también, por supuesto, como Tanya Tucker, cuyo “While I’m Livin'” fue designado mejor álbum country; Aerosmith, que sacó Run-D.M.C. para revivir su influyente rock-rap “Walk This Way”; y Bonnie Raitt, quien hizo tributo a John Prine, homenajeado con un premio a su carrrera, con un poco de su clásico “Angel from Montgomery”.

La primera línea de esa canción, por si lo has olvidado: “I am an old woman” (Soy una anciana).

Lo que más hizo falta fueron las celebridades establecidas de primera línea que se encuentran entre los novatos y los viejos. Taylor Swift, Beyoncé, Jay-Z, Drake, Rihanna, Lady Gaga, Adele, ninguno de ellos participó en los Grammy de este año, quizás un indicio de la reputación de conservadurismo de hombres blancos que la academia intentó reparar con los ganadores del domingo.

De hecho, antes de que se conociera la noticia de la muerte de Bryant, muchos esperaban que el programa mostrara algún rastro de la batalla en curso entre la academia y Deborah Dugan, la recientemente destituida directora general que ha hecho públicas acusaciones de corrupción y discriminación de género en la organización.

Alicia Keys, quien actuó como anfitriona, pareció invocar el dramatismo en su monólogo de apertura cuando habló de la necesidad de seguridad de los artistas. Sin embargo, en su mayor parte, el conflicto no se mencionó, aunque la exclusión de Lizzo en las categorías principales (no muy diferente a la de Jay-Z hace un par de años) es probable que genere más discusiones sobre el problema racial de los Grammys.

La muerte de Bryant tuvo un gran protagonismo en el espectáculo, con cálidas palabras de recuerdo de Keys y John Legend, quien se unió a DJ Khaled para rendir homenaje al difunto Nipsey Hussle, lo que se convirtió en un momento para recordar también a la estrella de los Lakers.

Dos estrellas del pop de la relativamente vieja guardia que sí aparecieron fueron Ariana Grande, que enlazó su fragmento musical de Rodgers y Hammerstein “7 Rings” con una exuberante interpretación de “My Favorite Things”, y Demi Lovato, que interpretó “Anyone”, una poderosa balada sobre sus recientes luchas con la enfermedad mental.

Sin embargo, esas actuaciones se sintieron menos alineadas con el impulso central de la noche que el popurrí de apertura de Lizzo de “Cuz I Love You” y “Truth Hurts”, una especie de reciclaje de un escándalo al estilo de la vieja escuela, o un despliegue electro-flamenco precisamente detallado de la cantante española Rosalía.

También desconectado, aunque no del todo inoportuno, fue un homenaje profundamente sensual a Prince por parte de Usher, quien canalizó bastante de lo que hizo al difunto genio del pop tan especial, aunque el curioso momento (más de tres años después de la muerte de Prince) te deja preguntándote si la secuencia solo ocurrió porque la Recording Academy presentará próximamente un especial sobre Prince.

A Usher se le unió FKA twigs, la aventurera cantante y bailarina británica de alma artística que hizo una impresionante rutina de baile mientras Usher cantaba “When Doves Cry”. Al ver la presentación, uno esperaba que FKA twigs se unieran a las voces, pero nunca sucedió.

Más tarde en Twitter publicó que “por supuesto” que quería cantar, pero que no le habían pedido hacerlo; un retroceso, al parecer, a los malos viejos tiempos de la academia. Excepto que agregó: “Esperemos que en el futuro”.

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