Sin hogar pero no sin amigos: Cómo un grupo de Facebook apoya a la gente en las calles

Tribune Content Agency

LOS ÁNGELES — Evangeline Elmendorf Greene puede pasar un día entero (a veces más) sin hablar con nadie en Santa Fe, Nuevo México. Cuando se despierta en la cabina de su camioneta y se dirige al Walmart para lavarse, ve a familias comprando juntas y se siente alejada de su mundo de diligencias cotidianas y camas cálidas.

“Me siento como una sombra en el mundo”, afirmó Greene.

Pero cuando se vuelve hacia el brillo de su teléfono inteligente, Greene tiene amigos a su alcance. A algunos de ellos los conoce desde hace años, pero solo detrás de la pantalla de cristal de su teléfono. Comparten historias sobre lo que es tratar de dormir en las frías aceras, frotar sus brazos y piernas con toallitas húmedas para bebés, encontrar trucos baratos para mantenerse calientes o frescos.

Hay grupos de Facebook para personas que adoran al pez betta, para los buscadores de hongos, los recién comprometidos, los ingenieros, los instructores de Pilates, los inversores en criptomonedas, las personas que prueban la dieta keto o las que rastrean las auroras boreales.

Un grupo de Facebook para personas sin hogar, con más de mil 200 miembros y aumentando, podría ser inesperado pero no más extraño. Los teléfonos inteligentes se han vuelto comunes incluso entre los indigentes, que dependen de los teléfonos y el acceso a internet para buscar empleo, vivienda y otra ayuda. Muchos también han recurrido a internet para aliviar el aislamiento y el desdén que enfrentan en las calles.

En una publicación, una joven de 18 años dice que no ha tenido hogar desde la muerte de su padre. En cuestión de minutos, alguien responde “lamento mucho tu pérdida”. En otra publicación, alguien agradece a las personas por contactarla después de que su hija se sometió a una cirugía.

Y una mujer que había escapado de la indigencia al volver con un ex abusivo dijo que ahora contaba los días para salir de su casa, después de que su ex decidió mudarse a Florida.

“Estoy aterrorizada ante la idea de ir a un refugio aunque pudiera encontrar uno con espacio disponible, no tengo familia viva, no tengo amigos a quienes acudir debido a años de ser controlada y aislada”, escribió.

“Supongo que mi pregunta es, ¿cómo sigues luchando cuando solo quieres rendirte?”, preguntó.

En Phoenix, Jamie Adams dijo que el grupo privado la salvó de sucumbir ante la depresión.

“Puedes entrar allí y recibir refuerzo sin que nadie intente encogerte o arreglarte”, describió Adams, quien ahora vive en un hotel de estadías prolongadas. “Ellos escuchan. Mucha gente no lo hace”.

El grupo en línea fue creado hace tres años por Mark Horvath, quien fundó la organización sin fines de lucro Invisible People para cambiar las percepciones públicas sobre las personas sin hogar a través de la narración, la educación y el activismo. Horvath, quien alguna vez estuvo sin hogar en Hollywood, quería ayudar a construir una comunidad en línea para proporcionar apoyo las 24 horas del día.

Las reglas básicas son simples, comentó Horvath: Trata a las personas con decencia y amabilidad. Todos necesitan sentirse seguros. Nada de ataques personales. Cero racismo. Y no se permiten las recaudaciones de fondos. Aunque el grupo está destinado a personas sin hogar, también incluye a enfermeras, médicos y trabajadores sociales que están allí para ayudar.

Horvath relató que, en un caso, el grupo rápidamente enlazó a alguien que lo necesitaba con un médico cercano. En otro, una mujer de Houston se acercó al grupo y le pidió a alguien que la llamara mientras caminaba de regreso a su tienda de campaña por la noche.

Wendi Taylor dijo que era la primera vez que caminaba sola por esa calle mal iluminada después de haber sobrevivido a una agresión sexual. No mucho después de publicar en la página, una mujer que antes estaba sin hogar la llamó y se quedó en el teléfono mientras Taylor caminaba por un terreno oscuro, vías de tren y un área sombreada y boscosa en su camino de regreso desde un Burger King.

“Todavía estaba fresco en mi mente”, admitió Taylor sobre su agresión. Cuando ella había compartido su historia semanas antes, las mujeres del grupo pronto respondieron: “Nunca le conté esto a nadie, pero me pasó esa misma historia. Una y otra vez.

“Todas estas mujeres revelaron su experiencia y dijeron cuán valiente era yo por contar esa historia; me hizo querer contárselo a todos”, dijo Taylor.

Derrick Soo, uno de los moderadores de la página, atribuye al grupo la prevención de dos suicidios durante las fiestas decembrinas. “Pueden comunicarse con la gente del grupo en cualquier momento y recibirán una respuesta en cuestión de segundos”, afirmó Soo, quien anteriormente no tenía hogar y ahora vive en Oakland.

En Phoenix, Adams encontró el grupo después de buscar en Google algo así como “consejos sobre quedarse sin hogar”. Sus nuevos amigos le recomendaron comprar latas de salchichas de Viena y galletas saladas para llenar su estómago y le dieron consejos para retener el calor bajo una manta delgada.

También se compadecieron de los traumas, indignidades y preocupaciones: ser rociados con agua por extraños, sopesar cómo responder a los abusos en una tienda de campaña vecina, sobrevivir a una agresión sexual.

Adams comenzó a escribir su primer mensaje. “He aprendido a vivir con hambre. Es el estar sucia lo que me afecta”, escribió. Continuó relatando la pérdida de su empleo y de su apartamento, y el hecho de dormir en un lugar donde no funciona el inodoro ni la estufa. “Solo quiero acostarme y morir”.

“Me crié en el Sur. No andas por ahí gritando tus problemas”, confesó Adams en una entrevista reciente, su niñez en Carolina del Sur todavía resuena en su pronunciación. “Pero debía tener un lugar donde desahogarme o no iba a lograrlo”.

El trauma está muy difundido entre las personas sin hogar: Un estudio entre jóvenes sin hogar encontró que el 57 por ciento de los encuestados había sufrido un evento traumático. Otro estudio entre ancianos sin hogar en Oakland encontró que el 37 por ciento había sido agredido física o sexualmente cuando era menor de edad y el 53 por ciento había sido víctima en la edad adulta. Más del 10 por ciento había sido atacado en los seis meses anteriores.

Esas cifras son “astronómicamente más altas” que entre los adultos mayores de la población en general, dijo Margot Kushel, directora de la Iniciativa de Vivienda y Personas sin Hogar Benioff de la Universidad de California en San Francisco. Kushel añadió que las cifras muestran tanto que las personas sin hogar tienden a haber experimentado traumas a lo largo de sus vidas, y que “la experiencia de la falta de hogar es realmente demoledora”.

Tod Gunther recurrió al grupo en línea como concejal de su ciudad de Washington, donde la gente a menudo acudía a reuniones públicas o se conectaba a las redes sociales para quejarse de que los que no tenían hogar eran “criminales, drogadictos, borrachos y perdedores”. Ninguno de ellos sabía que él mismo estuvo sin hogar, durmiendo en refugios y en la calle.

“Lo último que quería era que el Ayuntamiento lo averiguara. No sabía lo que sucedería”, dijo Gunther, quien comentó que pasó aproximadamente un año en las calles después de una “tragedia personal” antes de volver a una vivienda. “Te conviertes en cero. Pocas personas lo entienden”.

Soo llama a los celulares “una de las herramientas más importantes para cualquiera que viva sin casa”. Un estudio de la Universidad del Sur de California (USC) sobre cientos de adultos sin hogar que se dirigían a una vivienda permanente en L.A. o Long Beach encontró que el 94 por ciento tenía un teléfono celular, el 58 por ciento tenía un teléfono inteligente y el 51 por ciento usaba sus teléfonos para acceder a internet.

Esos índices no eran dramáticamente diferentes a los de las personas de la misma edad en la población en general, señalaron los investigadores.

La profesora adjunta de investigación de la USC Harmony Rhoades comentó que los modestos teléfonos inteligentes a menudo pueden ser asequibles si los usuarios dependen del Wi-Fi o de un servicio de internet subvencionado por el gobierno federal, y que el gasto inicial de un teléfono vale la pena para muchas personas sin hogar como “un salvavidas para ayudar a salir de la falta de hogar”.

“Supongamos que te atacan, ¿cómo vas a conseguir auxilio médico? Y hay personas sin hogar que están tratando de trabajar, debes contar con un número para que te devuelvan la llamada”, dijo Theodore Henderson, quien vive en un parque en el barrio chino de Los Ángeles.

“Y te conecta con algo”, añadió. “Anhelas la interacción humana, no dejamos de ser humanos solo porque estemos aquí en la calle”.

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