Conductores de autobuses escolares ebrios ponen en peligro la vida de los niños

Tribune Content Agency

DAYTON, Tenn. — Trista Freeman subió al autobús escolar número 41 en una fría mañana de noviembre de 2018 y supo de inmediato que algo andaba mal: Cuando el conductor la saludó, ella olió alcohol en su aliento.

Minutos después, el autobús comenzó a desviarse entre los carriles y a pasarse los semáforos en rojo. Trista entró en pánico cuando el autobús, con ella y otros 26 estudiantes de preparatoria a bordo, casi choca con un coche.

“Todos los que iban en el autobús se asustaron y le gritaron que se detuviera”, recordó. “Estaba muy asustada”.

Trista, ahora de 16 años, su hermano mayor, Cody, y algunos de los otros chicos a bordo llamaron o enviaron mensajes de texto frenéticamente a sus padres, alertándolos del aterrador viaje en esta pequeña localidad manufacturera unas 40 millas al noreste de Chattanooga.

“Había tanto caos en el autobús. Todo lo que recuerdo es que quería bajarme”, comentó Rose Reynolds, quien entonces tenía 16 años. Llamó a su madre, y su padre, un bombero voluntario, se puso en contacto con la policía.

Otros padres comenzaron a inundar de llamadas al departamento de transporte escolar y el 911.

Un supervisor llamó por radio al conductor del autobús, Michael Ledbetter, y le dijo que se detuviera al lado de la autopista. La policía llegó y le hizo pruebas de sobriedad, las cuales no aprobó. Un análisis de sangre reveló que tenía un nivel de alcohol en la sangre de 0.127, más del triple del límite legal para los conductores comerciales.

“Todo el mundo comete errores”, dijo Lisa Freeman, la madre de Trista. “Pero, ¿y si hubiera destrozado ese autobús y lastimado a esos jóvenes? Ningún padre quiere recibir esa llamada”.

Ledbetter, de 59 años, se declaró culpable en julio de conducir bajo la influencia del alcohol mientras transportaba a menores y de cometer una imprudencia temeraria. Un juez lo condenó a 30 días de cárcel y 18 meses de libertad condicional. Tanto él como su abogado, Mechelle Story Barbato, se negaron a hacer comentarios.

Lo que sucedió esa mañana en Tennessee ocurre más a menudo de lo que se conoce.

En todo el país, más de mil 620 menores escolares en 38 estados han sido puestos en peligro desde 2015 por conductores de autobús arrestados o detenidos por conducir bajo los efectos del alcohol o las drogas; una situación a la cual, pese a sus peligros, las autoridades no dan seguimiento, según una investigación de Stateline.

Los grupos de transporte escolar señalan que los autobuses escolares son el medio más seguro para que los estudiantes lleguen a la escuela, y la mayoría de los conductores nunca pondrían a los niños en peligro. Ninguno de estos incidentes resultó en una fatalidad para el conductor o algún pasajero, y la mayoría de los estudiantes no resultaron heridos.

Pero los defensores de la seguridad en las carreteras dicen que los funcionarios deben hacer un mejor trabajo en el control de los conductores encargados de la vida de los niños. Un mes de análisis de los registros policiales, archivos judiciales e informes de los medios de comunicación en los últimos cinco años encontró:

– La policía ha atrapado al menos a 118 conductores desde California hasta Massachusetts operando un autobús escolar mientras estaban supuestamente incapacitados. Algunos fueron detenidos esposados; a otros se les expidieron multas y no se les permitió continuar su ruta.

– Más de un tercio de los casos terminó en un accidente de autobús. Entre ellos: un conductor de Nuevo México que admitió ante la policía que había tomado varias latas altas de Coors Light esa mañana antes de estrellar su autobús contra un árbol después de haber estado a punto de caerse de un puente con 25 niños petrificados a bordo, y un conductor de Wisconsin drogado con analgésicos y pastillas para la ansiedad que se desvió de la carretera y se estrelló contra un maizal con cuatro estudiantes en el autobús.

– En total, los choques de autobuses escolares causaron heridas a casi tres docenas de estudiantes, algunas lo suficientemente graves como para requerir un viaje a la sala de emergencias de un hospital.

– Si bien la mayoría de los 118 casos estaban relacionados con el alcohol, alrededor de un tercio de los conductores supuestamente habían tomado drogas, una situación que algunos funcionarios dicen que es una consecuencia desafortunada de la lucha de la nación por controlar el uso excesivo de opiáceos y otros medicamentos de venta con receta.

– Se ha identificado a muchos otros conductores de autobuses escolares discapacitados mediante exámenes aleatorios de drogas y alcohol, a veces después de haber concluido sus rutas. Stateline encontró que al menos 260 conductores en cinco estados no pasaron o se negaron a realizar los exámenes desde 2015.

Nadie a nivel estatal o federal parece dar seguimiento a los casos de conductores de autobuses escolares discapacitados, y muchas agencias estatales ni siquiera pudieron recopilar esa información.

“Es bastante impactante”, dijo Russ Martin, director de relaciones gubernamentales de la Governors Highway Safety Association, la cual representa a las oficinas estatales de seguridad en autopistas, cuando se le informó de los hallazgos de Stateline. “Ciertamente, todos sabemos que la conducción bajo la influencia de sustancias es un gran problema, pero que ocurra con los conductores de autobuses escolares es asombroso. Deberíamos diagnosticar cuál es el problema y encontrar la mejor manera de solucionarlo”.

Pero diagnosticar el problema no es una tarea fácil. Aunque los distritos escolares locales son conscientes de los casos individuales, esos datos generalmente no se recopilan, agregan o analizan a nivel estatal.

Para medir el alcance del problema, Stateline contactó a 268 agencias en 50 estados y el Distrito de Columbia, desde departamentos de educación y transporte hasta la policía estatal y los sistemas judiciales, solo para descubrir que alrededor del 11 por ciento podía presentar algún incidente o datos.

Muchas agencias señalaron que no podían captar ese nivel de detalle o desglosar la ocupación de una persona que fue arrestada o que tenía una licencia de conducir comercial suspendida o revocada.

En algunos estados, las agencias buscaron en sus bases de datos y no encontraron ningún caso, aunque Stateline había encontrado uno o más. Otros sacaron incidentes que pensaban que involucraban a conductores de autobús discapacitados, que resultaron ser inexactos debido a que los datos se habían introducido incorrectamente o un oficial de policía había marcado la casilla equivocada en un formulario. La mayoría no podía hacer ninguna consulta para buscar tales incidentes.

“Esto debe cambiar, los estados deben recopilar estos datos y hacer un seguimiento muy exhaustivo”, sugirió Ron Replogle, gerente de iniciativas nacionales de aplicación de la ley de Mothers Against Drunk Driving. “Esto es algo que los padres y el público en general querrán que se vigile de cerca”.

UNA OCUPACIÓN ESTRESANTE

Conducir un autobús escolar no es un trabajo fácil. Los conductores a menudo se enfrentan a un salario bajo, turnos divididos y horarios de medio tiempo. Deben recibir formación especial, contar con una licencia de conducir comercial (si el autobús lleva a 16 o más personas) y ser capaces de manejar un vehículo que puede pesar hasta 33 mil libras y llevar a más de 70 alumnos.

“Tienes un autobús lleno de niños, y están jugando, gritando y lanzando cosas”, comentó Dan Domenech, director ejecutivo de AASA, la Asociación de Superintendentes Escolares. “Es un trabajo difícil”.

Cada día escolar, aproximadamente 480 mil autobuses transportan a más de 25 millones de estudiantes hacia y desde la escuela y otras actividades, como eventos deportivos y excursiones, según Charlie Hood, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Directores Estatales de Servicios de Transporte de Alumnos. Aunque muchos conductores trabajan para los distritos escolares, alrededor de un tercio están empleados por empresas de autobuses privadas que establecen contratos con los distritos.

Hood señala que los autobuses escolares son la forma más segura de que los niños vayan a la escuela, mucho más segura que ser llevados por los padres en sus vehículos. Y, señaló, es raro encontrar a un conductor de autobús escolar discapacitado en servicio.

“Pero 100, al igual que uno, ya es demasiado”, criticó, y añadió: “Es terrible. Te hace sentir vergüenza”.

Muchos de los conductores fueron despedidos o renunciaron después de ser arrestados o citados al tribunal. Algunos se declararon culpables más tarde de cargos menores, lo que dio lugar a libertad condicional o multas, o a que se retiraran los cargos, como es común en el sistema de justicia penal. Otros, como Ledbetter, terminaron tras las rejas.

A menudo, los conductores eran detenidos con estudiantes a bordo o de camino a recogerlos o después de dejarlos. En algunos casos, la policía detuvo el autobús después de verlo zigzaguear entre el tráfico, o conductores alarmados que viajaban por la misma carretera llamaron al 911.

Por lo menos dos docenas de los conductores de autobús arrestados o citados por la policía estaban supuestamente incapacitados por medicamentos prescritos por un médico, a menudo narcóticos o tranquilizantes.

“Es un problema cultural. La epidemia está afectando a todos y cada uno de los sectores de nuestra población”, afirmó Robert Hull, presidente de la Asociación Nacional de Juntas Estatales de Educación. “Lamentablemente, nosotros, como comunidad educativa, no estamos aislados”.

Otros conductores de autobuses escolares arrestados presuntamente habían consumido drogas ilegales, como metanfetamina o heroína.

En Oklahoma City, Odis Pitts dejó a seis estudiantes y se dirigía a recoger a docenas más una mañana de abril de 2015 cuando estrelló su autobús contra varios coches en colisiones separadas, y luego chocó contra un puente ferroviario. Un choque dejó a un hombre de 63 años en una silla de ruedas durante al menos dos años.

Los oficiales encontraron a Pitts petrificado al volante, con los ojos abiertos y temblando, según un informe policial. Estaba drogado con marihuana sintética, o K2. Fue sentenciado a 10 años de prisión, con cinco años de suspensión.

Pitts no pudo ser localizado para hacer comentarios. Su abogado, Paul Faulk, se negó a discutir el caso, pero dijo que su cliente cumplió 16 meses de prisión y fue liberado en diciembre de 2017. Sigue en libertad condicional.

En algunos casos, los conductores de autobuses escolares discapacitados fueron vistos cuando se presentaron a trabajar o regresaban de su ruta y un supervisor o miembro del personal sospechó que estaban bajo los efectos de alguna sustancia.

En East Stroudsburg, Pensilvania, Lourdes Torres ya había dejado a casi dos docenas de estudiantes de preparatoria cuando llegó a una primaria local una tarde de mayo de 2018. Un agente de recursos de la escuela dijo que vio a Torres bajarse del autobús y tambalearse hacia la puerta principal antes de dirigirse al baño de la escuela, según un informe policial. Más tarde se enfrentó a ella y olió el alcohol. Torres falló en las pruebas de sobriedad y admitió que tomó un par de “vodkas en las rocas” a las 10 de la mañana.

Torres se declaró culpable de conducir bajo la influencia del alcohol y de poner en peligro a menores; fue condenada en abril de 2019 a un mínimo de un año y a un máximo de dos años de cárcel más tres años de libertad condicional.

Torres no respondió a una solicitud de comentarios por escrito. Su abogado, Thomas Sundmaker, comentó a Stateline que ella no tenía antecedentes penales y que “estaba pasando por un momento difícil en su vida” cuando ocurrió el incidente.

“Tuvo algunos contratiempos y algunos problemas. No todos pueden levantarse, desempolvarse y seguir adelante”, apuntó. “A veces, las cosas se vuelven abrumadoras”.

En Summit, Illinois, fue la directora de una escuela quien impidió que una conductora discapacitada partiera con seis jóvenes alumnos con necesidades especiales en diciembre de 2017.

Un asistente de autobús que había estado a bordo notificó a sus jefes que algo andaba muy mal con la conductora Karen Kawa cuando se dirigía a recoger a los niños de la Escuela Primaria Walsh. Después de que el autobús llegó y los estudiantes abordaron, la directora Christine Smith se enfrentó a Kawa, de quien dijo que parecía aturdida y que ni siquiera podía ponerse de pie.

“Los niños estaban allí, y ella tenía el autobús en marcha. No quería que acelerara y se molestara y saliera de allí”, relató Smith a Stateline. “Le dije que no me sentía cómoda con ella conduciendo el autobús y que iba a llamar a las autoridades locales. Saqué las llaves del autobús”.

La policía arrestó a Kawa, que resultó tener un nivel de alcohol en la sangre de .231, según un informe policial. (El umbral legal federal de alcohol en la sangre es de .04 para los conductores comerciales, incluyendo los conductores de autobuses escolares.) Se declaró culpable en julio de 2019 de conducir un autobús escolar bajo los efectos de sustancias. Fue sentenciada a un año de prisión.

“Estaba muy arrepentida”, comentó el abogado de Kawa, Robert Olson de Oak Lawn, Illinois. “Sabía que hizo algo muy malo. Sabía que tenía un problema”.

Kawa no respondió a un correo electrónico ni a una carta solicitando una entrevista.

Smith llama a todo el incidente “bastante impactante”.

“He sido directora durante 14 años y maestra durante 12”, agregó. “Nunca me había pasado algo así antes”.

PASANDO INADVERTIDO

Aunque hay medidas de seguridad para evitar que los conductores de los autobuses escolares conduzcan incapacitados, algunos conductores pasan inadvertidos.

Los reglamentos federales exigen que los conductores comerciales, incluidos los conductores de autobuses escolares, se sometan a pruebas de alcoholemia y drogas antes de ser contratados, de forma aleatoria durante su empleo y después de un accidente en determinadas condiciones. También obligan a realizar pruebas si hay “sospechas razonables” de que los conductores están consumiendo alcohol o drogas. Los supervisores deben estar entrenados para detectar las señales de consumo de alcohol o drogas. Los conductores de autobús que no pasen estas pruebas pueden perder su licencia de conducir comercial, al menos por un tiempo.

En Illinois, por ejemplo, los funcionarios estatales suspendieron las licencias comerciales de al menos 55 conductores de autobuses escolares desde 2015 por no superar una prueba de drogas o alcohol después de que un supervisor o un empleado escolar tuviera una sospecha razonable de que estaban incapacitados, según Henry Haupt, vocero de la Oficina de Secretaría de Estado. Otros once fueron suspendidos por negarse a someterse a la prueba.

Pero la sospecha razonable se basa en que alguien observe al conductor. Eso no siempre sucede.

En los grandes distritos escolares con cientos de autobuses en la carretera, hacer una inspección individual de cada conductor sería “extremadamente difícil”, afirmó Domenech, el director del grupo de superintendentes escolares.

Y aunque no es un sistema grande, los conductores de autobús no son necesariamente observados por nadie antes de comenzar su ruta.

“El problema es que muy a menudo, hay momentos en que nadie puede ver al conductor cuando viene a registrarse”, añadió Robert Berkstresser, un experto en autobuses comerciales en San Diego que es un ex director de transporte escolar. “El conductor puede registrarse y el despachador puede estar solo mirando la pantalla y ver al conductor registrado, y eso es todo”.

En algunas zonas, especialmente en las rurales, los conductores ni siquiera recogen sus autobuses en un lugar céntrico. Los llevan a casa, lo que se llama “estacionamiento exterior”. Es más conveniente para ellos y más eficiente para los sistemas escolares con rutas largas.

“En muchas zonas rurales, el conductor vive a 50 millas de la escuela, por lo que se llevan el autobús a su propio granero, no a una central de autobús”, dijo Hull, el presidente del grupo de consejos de educación del estado. “No hay manera de que pueda haber un registro en persona, no es factible”.

Pero Mike Martin (director ejecutivo de la Asociación Nacional de Transporte de Alumnos, un grupo que incluye a directores de transporte escolar local y contratistas privados) recomienda firmemente que los conductores no se lleven los autobuses a sus casas.

“Es importante que alguien en el centro de transporte tenga una interacción con el conductor a diario y, en algunos casos, más de una vez al día”.

Las pruebas aleatorias de drogas y alcohol también tienen como objetivo disuadir a los conductores de autobuses escolares de conducir bajo la influencia de sustancias tóxicas.

La Administración Federal de Seguridad de Autotransportes, que regula a la industria de camiones y autobuses, solía exigir a los empleadores que el 50 por ciento de sus conductores comerciales se sometieran a pruebas aleatorias de drogas cada año y el 10 por ciento de alcohol. Pero, en 2016, la agencia bajó ese estándar a 25 por ciento para drogas y 10 por ciento para alcohol. Los estados y los distritos escolares locales pueden tener estándares más estrictos.

Pero en algunas áreas, los distritos escolares ni siquiera realizan la cantidad de pruebas al azar requeridas por el gobierno federal, según muestran las auditorías.

Y la frecuencia con la que los conductores de autobuses escolares fallan las pruebas al azar es una conjetura porque la mayoría de los estados no recopilan esos datos, al igual que no recolectan información sobre los arrestos o multas de los conductores de autobuses discapacitados.

Eso tiene que cambiar, dicen los defensores de la seguridad y los expertos en transporte.

“Estos casos suceden y aparecen en las noticias durante unos días, y luego desaparecen. Nadie pregunta: ‘¿Qué tan grande es este problema?'” puntualizó Berkstresser. “Tal vez sea hora de que empecemos a rastrearlo, para que podamos encontrar una solución”.

REQUISITOS PARA SER CONDUCTOR DE AUTOBUSES ESCOLARES

La ley federal requiere que los conductores de autobuses escolares tengan una licencia de conducir comercial emitida por su estado, si el autobús lleva a 16 o más personas. Deben pasar exámenes de habilidades y conocimientos y contar con un “permiso” especial para llevar a los estudiantes, lo que requiere exámenes adicionales.

El gobierno federal requiere que los conductores comerciales sean certificados cada dos años, un proceso que incluye un examen médico. Los conductores de autobuses escolares suelen estar exentos de la ley federal, pero muchos estados exigen la certificación o hacen cumplir normas aún más estrictas.

Los conductores de autobuses escolares, al igual que otros conductores comerciales, no pueden consumir alcohol cuatro horas antes de su entrada en servicio. Aquellos a quienes se les detecte una cantidad mensurable de alcohol en su sistema deben ser puestos “fuera de servicio” durante 24 horas. Eso significa que no se les permite operar un vehículo comercial durante ese tiempo.

La Administración Federal de Seguridad de Autotransportes ha establecido el umbral de alcohol en la sangre para conducir bajo la influencia de sustancias en .04 para los conductores comerciales, incluyendo los conductores de autobuses escolares, haciéndolos sujetos a sanciones en su licencia. (Los estados han establecido un estándar de .08 para la conducción bajo la influencia de sustancias para los conductores regulares, excepto Utah, donde es de .05.)

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