Por qué la desinformación sobre COVID-19 se propagó más rápido que la pandemia en marzo

Tribune Content Agency

A principios de marzo, cuando el verdadero alcance de la pandemia del coronavirus todavía era ampliamente desconocido para el público, la desinformación era rampante en las redes sociales como Facebook y Twitter.

Un estudio reciente examinó dos mitos tempranos de la pandemia. Investigadores de tres universidades, entre ellos Joseph McGlynn, profesor adjunto del Departamento de Estudios de la Comunicación de la University of North Texas, estudiaron cuánto tiempo transcurría antes de que los mitos fueran suficientemente desacreditados en la misma plataforma social. En este caso, Twitter.

McGlynn, junto con investigadores de la University of Texas y la University of Kentucky, examinaron dos tipos de mitos en torno al coronavirus: un mito de diagnóstico y un mito de tratamiento.

El mito del diagnóstico afirmaba que si podías aguantar la respiración durante 10 segundos era evidencia de que no tenías COVID-19. El mito del tratamiento afirmaba que una persona infectada podía curarse del coronavirus haciendo gárgaras con un líquido caliente o cloro.

Los tuits que promovían ambas ideas falsas comenzaron a proliferar el 7 de marzo, recordó McGlynn.

“Básicamente, se pusieron en marcha con una ventaja que dio impulso a la desinformación”, dijo McGlynn. “Pasó una semana completa antes de que la cantidad total de respuestas de desacreditación igualara los tuits de desinformación. Ese retraso en la respuesta permitió que la desinformación circulara y se propagara”.

Por lo menos un tipo de fenómeno psicológico está en juego cuando se trata de la información errónea, la desinformación y las mentiras. El efecto de verdad ilusoria, también llamado efecto de mera exposición, “se produce cuando la repetición de una afirmación aumenta la creencia de que es verdadera incluso cuando la afirmación es totalmente falsa”, según PsychologyToday.com.

Este efecto ayuda a perpetuar las falsedades con la simple noción de la repetición, como sugiere el dicho “si repites una mentira el tiempo suficiente…”. La exposición repetida “tanto a la información como a la desinformación aumenta la sensación de que es verdadera, sin importar la credibilidad de la fuente”, reportó PsychologyToday.com.

McGlynn y los otros investigadores encontraron que los dos mitos que estudiaron despegaron a pesar de las fuentes vagas.

“Los mensajes de información errónea eran mucho más propensos a aludir a una fuente de autoridad general y no específica como ‘altos funcionarios médicos’ o ‘una amiga enfermera'”, indicó McGlynn. “Esencialmente usando nuestra tendencia a confiar en las fuentes de autoridad en nuestra contra”.

A menudo, señaló McGlynn, el objetivo de la información errónea no es necesariamente solo hacer que la gente crea algo incorrecto, sino también crear confusión. Esto es especialmente cierto con el tipo de manipulación de las redes sociales que el gobierno ruso fue sorprendido realizando durante las elecciones presidenciales de 2016, según el gobierno de Estados Unidos.

Los investigadores eligieron los dos mitos porque fueron dos de los primeros en difundirse ampliamente en la pandemia y eran tan “inequívocamente falsos”, dijo McGlynn.

“Fueron muy prominentes”, señaló. “El problema con mucha información errónea después de estudiarla es que estas falsas afirmaciones están impregnadas de recomendaciones precisas”.

Al ofrecer la falsedad entre otra información precisa, se encubre la falsedad, lo que hace más fácil que cobre fuerza y más difícil que el lector separe los hechos de la ficción. Por lo tanto, la confusión.

“Una vez que alguien cree en la información errónea, se hace muy difícil hacer que cambie de opinión”, dijo McGlynn. “Así que es muy importante desacreditar estas afirmaciones rápida y eficientemente”.

En marzo, estos dos mitos tenían una semana de ventaja sobre la realidad. Tomó ese tiempo para que los tuits de desacreditación estuvieran a la altura de los tuits de mitos, explicó McGlynn.

“En ese punto de inflexión alrededor del 14 de marzo, la desacreditación despegó e igualó los niveles de desinformación y la información errónea se desvaneció”, dijo.

Sin oposición, la información errónea pudo florecer.

“Una vez que (el mensaje de desacreditación) se hace lo suficientemente prominente, es un lugar más difícil para que la desinformación circule”, indicó. “Porque cuando no hay desacreditación es un mensaje unilateral. Una vez que la desacreditación está ahí fuera y es realmente prominente, entonces al menos la gente es escéptica. Incluso si escuchan la información errónea, piensan: “Creo que escuché que en realidad no era cierto”.

Los investigadores esperan que organizaciones como los Centros para el Control de Enfermedades, la Organización Mundial de la Salud, así como los funcionarios de salud estatales y locales, tomen un rumbo más ofensivo y vigilante con la eliminación de mitos en el futuro. En el clima actual, es probable que haya en el horizonte mitos potenciales e información errónea sobre la vacuna del COVID-19.

McGlynn espera que estos funcionarios de salud se preparen adecuadamente. Tal vez dedicando personal a buscar activamente la información errónea en las redes sociales y desacreditándola con una abrumadora arremetida de verdades y hechos. El número real de mensajes es importante, dijo. Así como la repetición de una mentira puede ayudar a que gane fuerza, lo mismo es cierto para la verdad.

“Las organizaciones deberían anticiparse a estas afirmaciones falsas en lugar de sorprenderse por la cantidad de las mismas”, comentó. “La información errónea es ofensiva, y la desacreditación es defensiva. Así que tiene sentido que haya algún retraso, pero es realmente importante que las organizaciones planifiquen con antelación”.

A medida que se conocía más sobre el COVID-19, gran parte del público estaba mejor preparado para manejar la información errónea, aunque la desinformación, por supuesto, persiste en ciertos rincones del internet.

“Cuando la gente tiene mucha incertidumbre es cuando tiende a consultar con autoridades para guiar su comportamiento”, afirmó McGlynn. “Por eso el uso de las fuentes de autoridad no específicas fue probablemente muy eficaz para estas campañas de desinformación. Se toma ese vacío donde la gente no sabe qué pensar, no sabe qué hacer, y la información errónea entra directamente. Esa es una de las razones por las que con el COVID-19, las campañas de desinformación fueron tan eficaces en crear confusión”.

– Este texto fue traducido por Kreativa Inc.

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