Foto del Río Grande captura el trágico final de un padre y su hija

Tribune Content Agency

CIUDAD DE MÉXICO – A veces una imagen es tan poderosa que ataja casi cualquier ruido.

Eso sucedió con una fotografía explícita de un hombre y una niña muertos tomada esta semana a lo largo de la frontera entre los Estados Unidos y México por la periodista Julia Le Duc.

La foto, que fue publicada originalmente el lunes por el periódico mexicano La Jornada y se hizo viral en redes sociales, muestra a un migrante y su hija menor de dos años yaciendo boca abajo en las turbias aguas del lado mexicano del Río Grande (o Bravo, como se le conoce del lado mexicano). El brazo derecho de la niña descansa sobre la nuca de su padre.

La imagen encapsuló la sombría realidad de la frontera en medio de la creciente desesperación de los migrantes que huyen de la pobreza y la delincuencia en Centroamérica y en otros lugares y que están dispuestos a enfrentar grandes peligros, a veces con niños, por la posibilidad de una vida mejor en los Estados Unidos.

El hombre de la foto, Oscar Alberto Martínez Ramírez, de 25 años, salió de El Salvador el 3 de abril con su esposa de 21 años, Tania Vanessa Ávalos, y su hija pequeña, Valeria, según relatos de familiares reportados por varios medios informativos. La familia huyó en busca de oportunidades económicas y seguridad, dijeron los familiares.

La pareja primero solicitó asilo en el sur de México, pero luego decidió intentar llegar a los Estados Unidos. Cuando llegaron a la frontera estadounidense durante el fin de semana, relataron sus familiares, les dijeron que no podían cruzar, debido a la política de “dosificación” del gobierno de Trump, la cual permite que solo unas pocas docenas de migrantes busquen asilo en los cruces oficiales cada día.

Según el artículo de Le Duc para La Jornada, la familia, frustrada, decidió cruzar a nado el río que separa a los EU y México el domingo y entregarse a las autoridades fronterizas.

Martínez cruzó nadando primero con Valeria y la dejó en sitio seguro del lado estadounidense. Cuando comenzó a cruzar de regreso por su esposa, la niña entró en pánico y se arrojó al río. Martínez trató de rescatar a su hija y logró agarrarla, pero se ahogaron.

Sus cuerpos fueron descubiertos el lunes por la mañana cerca de Matamoros, México, frente a Brownsville, Texas, a menos de una milla de un puente fronterizo internacional.

Cientos de migrantes mueren mientras intentan llegar a los Estados Unidos cada año. Se ahogan en el veloz Río Grande, perecen en el sofocante desierto de Sonora o se asfixian en la parte trasera de tráileres conducidos por traficantes de migrantes. La mayoría de esas muertes pasan en gran medida inadvertidas en los Estados Unidos.

Pero la foto de Le Duc se volvió viral y se publicó en la portada de The New York Times el miércoles, y algunos dicen que es indicativa de políticas de inmigración cada vez más inhumanas en los Estados Unidos.

Desde que asumió el cargo en 2017, Trump ha tratado de hacer que sea más difícil para todos los inmigrantes, incluidos los que buscan asilo político, llegar a los Estados Unidos. Junto con la dosificación y una política de corta duración que resultó en la separación de miles de niños migrantes de sus familias el año pasado, en los primeros seis meses de este año su administración ha enviado a México a más de 17 mil solicitantes de asilo para que esperen ahí la fecha de su audiencia para escuchar sus casos.

Varios candidatos presidenciales demócratas expresaron su indignación por la imagen. Mientras la senadora de California Kamala Harris tuiteó que era “una mancha en nuestra conciencia moral”, el ex representante Beto O’Rourke de Texas escribió en la misma red social que “Trump es responsable de estas muertes”.

En México, donde las encuestas muestran que las actitudes hacia los migrantes se han endurecido en los últimos meses, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo en su conferencia de prensa matutina del martes que las muertes eran “muy lamentables”.

“Siempre hemos denunciado que a medida que hay más rechazo (a los migrantes) en los Estados Unidos, más personas pierden la vida en el desierto o cruzando el río”, comentó.

Conforme la fotografía generaba más atención, algunos observadores debatieron la pertinencia de publicar una imagen tan gráfica.

En una declaración, la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos señaló que se sentía “molesta y preocupada” por la decisión de la agencia The Associated Press de publicar la foto vía un tuit.

“Hombres, mujeres y niños cruzan la frontera todos los días a menudo escapando del terror y con la esperanza de una vida mejor, a sabiendas del peligro que les espera al intentar hacer el largo viaje hacia los Estados Unidos”, indica la declaración. El uso de la imagen “busca aprovechar una situación sensacionalista”, afirmó.

Mario Carrillo, director en Texas del grupo activista a favor de los inmigrantes America’s Voice, señaló a través de Twitter que el uso de la foto había sido demasiado para él.

“Me he sentido dividido en cuanto al beneficio de usar la imagen”, señaló Carrillo. “¿Necesitamos ver la foto para entender lo horrible que es? No lo creo”.

La práctica de publicar fotos explícitas de personas muertas, en particular aquellas no originarias de los Estados Unidos, ha provocado reacciones negativas en el pasado. Después de que The New York Times publicara fotografías de víctimas de un ataque terrorista en Nairobi, Kenia, en enero, por ejemplo, algunos críticos dijeron que el periódico y otros medios informativos estadounidenses no publicarían esas fotos tan explícitas tras un ataque en los Estados Unidos o en cualquier otro lugar de Occidente.

Para muchas personas, la imagen del padre e hija fallecidos recordó una fotografía tomada en 2015 del cuerpo sin vida de un refugiado sirio de tres años que yacía boca abajo en la playa. El niño, Aylan Kurdi, murió en el mar Mediterráneo después de que volcara el barco que los llevaba a él y a su familia a Grecia.

La foto ayudó a atraer considerable atención hacia la crisis humanitaria en Siria y la lucha de los refugiados que buscaban llegar a Europa. También provocó donaciones récord a grupos de socorro que trabajan en esos temas, según un estudio que examinó el impacto a largo plazo de la foto. Pero esas donaciones cayeron rápidamente.

“La imagen icónica de un pequeño niño sirio, tendido boca abajo en una playa, despertó al mundo por un periodo breve, atrayendo una atención muy necesaria hacia la guerra y la situación de sus muchas víctimas”, concluyó el estudio. “Pero esta respuesta empática fue de corta duración”.

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