Algunos alcaldes adoptan medias más estrictas que los gobernadores durante la crisis del coronavirus

Tribune Content Agency

PORTLAND, Oregón — La óptica era terrible, aunque el clima fuera perfecto. En ausencia de una orden firme de la gobernadora Kate Brown de quedarse en casa, miles de personas sin nada más que hacer abarrotaron las playas, senderos y parques estatales de Oregón hace un par de fines de semana.

Los alcaldes de las ciudades costeras entraron en pánico ante la embestida, rogando a Brown, una demócrata, que actuara. Una tras otra, las ciudades aprobaron ordenanzas de emergencia que cerraron hoteles, zonas para acampar, parques de casas rodantes y rentas de casas de vacaciones de corto plazo a todos los visitantes menos a los esenciales.

El alcalde demócrata de Portland, Ted Wheeler, junto con otros 25 líderes de las comunidades cercanas y los principales proveedores de atención médica del estado, advirtieron que actuarían si ella no lo hacía.

“Los Centros para el Control de Enfermedades nos han dicho desde hace semanas que necesitamos el distanciamiento social”, dijo Bruce Jones, alcalde de Astoria, una ciudad costera de Oregón que a menudo se llena los fines de semana de turistas que manejan 100 millas por caminos de dos carriles desde Portland. “Estamos tratando de reducir la propagación del virus, y permitir a visitantes en nuestra ciudad solo aumenta el riesgo de una rápida transmisión del virus”.

Sin duda, algunos gobernadores han tenido que empujar a los alcaldes para que adopten medidas más audaces. En Nueva York, el gobernador demócrata Andrew Cuomo criticó a las multitudes que vio en las calles de Nueva York como “un error”.

Instó al alcalde demócrata Bill de Blasio a que encontrara una solución, incluyendo quizás el cierre de algunas calles de la ciudad al tránsito de vehículos. “Es insensible, arrogante, autodestructivo e irrespetuoso con otras personas”, expresó Cuomo. “Y debe parar ahora, esto no es una broma”.

Los informes contundentes de Cuomo le han ganado un amplio elogio. Pero en su mayoría, los alcaldes han tomado una línea más estricta que los gobernadores en cuanto a las restricciones, quizás porque están más cerca de la gente que gobiernan. Eso ha llevado a algunos conflictos y a un colorido lenguaje.

“Escuchen (insulto) y gente sensata”, escribió Gabe Brown, alcalde de Walton, Kentucky, en una publicación en Facebook llena de malas palabras,que contrastó fuertemente con las tranquilizadoras sesiones informativas nocturnas del Gobernador Demócrata, Andy Beshear. “Puede que no te otorgue la tranquilidad que buscas como lo hace el Gobernador, pero no me importa. Debes darte cuenta de que esta es una situación seria. De hecho, es un gran maldito asunto. ¡Quédate en casa!”

En Mississippi, en ausencia de la instrucción directa del gobernador republicano, Tate Reeves, los alcaldes del estado actuaron por su cuenta para crear un mosaico de órdenes locales de estancia en casa y distanciamiento social. Eventualmente, Reeves emitió una orden que reemplazaba los esfuerzos locales.

La orden del gobernador incluía una definición más amplia de los negocios esenciales, lo que animó a algunos establecimientos a reabrir después de que las ciudades ordenaran su cierre.

Los alcaldes que buscaban proteger a sus comunidades se quedaron atónitos y pidieron al gobernador que aclarara su orden.

Las lagunas no son políticas, y el virus tampoco debería serlo, dijo Lynn Spruill, alcalde demócrata de Starkville, Mississippi, una ciudad universitaria de 25 mil habitantes a casi una hora en coche de la autopista interestatal más cercana.

Spruill, que ha estado ayudando contestando el teléfono en el Ayuntamiento, dijo que veía con preocupación como Nueva Orleans se convertía en un punto álgido del COVID-19. Estaba segura de que la gente de su comunidad viajó allá para Mardi Gras.

En ausencia de una acción temprana por parte de Reeves, Spruill prohibió las reuniones de más de 10 personas y restringió los restaurantes para que solo atendieran pedidos para llevara y los de autoservicio. Después de ver a jóvenes congregarse en los parques, intentó que el concejo municipal de concejales aprobara otra ordenanza de emergencia, pero fracasó.

“Ninguno de nosotros ha visto esto antes y es el tipo de cosa que tristemente se convierte en política en términos de señalar con el dedo y ese tipo de cosas”, agregó Spruill. “Y no ayuda el hecho de que tengamos unas elecciones próximamente. Todo eso complica las decisiones y colorea las decisiones. Y es desafortunado”.

Muchos estados vieron obstaculizada su toma de decisiones por la afirmación del presidente Donald Trump en Twitter de que las consecuencias de una desaceleración económica serían peores que los efectos del propio virus, una opinión que desafía el consejo de los expertos en salud.

“Miren, esto es muy, muy difícil”, destacó Brown la semana pasada en una entrevista en la Radiotelevisión Pública de Oregón. “Ese orden altera sustancialmente la forma en que la gente vive y soy muy consciente de ello. Cada orden ejecutiva que emito en este momento tiene un efecto dominó en la vida de las personas y sus medios de vida”.

Incluso los gobernadores de los estados de la línea del frente han dudado en emitir órdenes a nivel estatal, incluso en Washington, donde aparecieron los primeros casos. El gobernador Jay Inslee, un demócrata, emitió una orden de permanencia en el hogar el mismo día que Brown. Al igual que Brown, dijo que esperaba que instar a la gente a quedarse en casa fuera suficiente, pero no fue así.

“He escuchado de profesionales de la salud, funcionarios locales y otros que la gente todavía no está practicando estas precauciones”, apuntó Inslee, mientras anunciaba su orden.

En Idaho, la alcaldesa de Boise, Lauren McLean, demócrata, le comentó al gobernador republicano Brad Little la semana pasada que ella y otros líderes regionales estaban dispuestos a ordenar a los residentes que se quedaran en casa si él no lo hacía.

“Puedo hacer algo aquí, pero la gente aún podría tener la opción de dejar mi comunidad y mudarese”, dijo McLean, “y sabemos que eso no es en el mejor interés de nuestro objetivo de nuestra comunidad ni útil para los objetivos de reducir las tasas de infección”.

El Departamento de Salud y Bienestar de Idaho ya ordenó a la gente que se autoaíslen en el Condado de Blaine, una zona muy afectada donde se encuentra el centro de esquí de Sun Valley. A mediados de semana, Little decidió emitir una orden estatal de quedarse en casa.

“Cada estado está en una etapa diferente”, mencionó en la conferencia de prensa. “Confío en que las decisiones que hemos tomado en Idaho, en las últimas semanas y meses, se han basado sólidamente en las recomendaciones de los epidemiólogos y de nuestros expertos en enfermedades infecciosas”.

Los conflictos entre alcaldes y gobernadores continuaron en Florida, donde el gobernador republicano, Ron DeSantis, argumentó la semana pasada que no tenía intención de pedir una orden estatal de permanencia en casa.

En Miami, el alcalde republicano Francis Suárez, quien dio positivo en su prueba de coronavirus y está publicando diarios en video en Instagram desde su cuarentena, emitió una orden de permanencia en casa la noche anterior. “Cuanto antes actuemos, antes podremos volver a la normalidad”, dijo Suárez.

Como Trump, DeSantis puntualizó que las prolongadas órdenes de quedarse en casa podrían ser peores para la economía que los efectos del propio virus.

“Hay ciertas partes del estado donde se tienen más casos esporádicos, y ordenar a alguien que no pueda ganar un cheque de pago cuando vaya a trabajar, no va a tener ningún efecto en lo que estamos haciendo con el virus, eso es algo que creo que es inapropiado”, apuntó DeSantis la semana pasada en una conferencia de prensa.

En Oregón, Jones, el alcalde de Astoria, dijo que no culpaba a Brown por tomarse unos días para emitir una orden estatal: “No tengo ningún problema con la gobernadora”, reveló. “Está en una posición muy difícil, tratando de tomar una decisión que aplique en todo el estado en las zonas rurales y en las muy pobladas, y que pueda ser justa para todos. Es virtualmente imposible”.

Brown declaró a la emisora de radio que se tomó las críticas con calma, aunque comentó que había escuchado de muchos otros que su orden iba demasiado lejos y ponía en mayor riesgo la economía del estado.

“Esta es la dura realidad: Ninguno de nosotros ha vivido una pandemia mundial como esta”, concluyó Brown. “El mundo nunca ha visto nada como esto. Y no hay un manual”.

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