Probamos teléfonos celulares populares para detectar la radiación de la radiofrecuencia. Ahora la FCC está investigando.

Tribune Content Agency

El iPhone 7 de Apple estaba configurado para funcionar a plena potencia y de manera segura debajo de una tina de líquido transparente, especialmente formulado para simular tejido humano.

Con solo presionar un botón, un brazo robótico entró en acción, enviando una sonda delgada como un lápiz a la bañera. Durante 18 minutos, midió repetidamente la cantidad de radiación de radiofrecuencia que el líquido absorbía del teléfono celular.

Esta prueba (que fue pagada por el Tribune y realizada de acuerdo con las pautas federales en un laboratorio acreditado) produjo un resultado sorprendente: la exposición a la radiación de radiofrecuencia del iPhone 7, uno de los teléfonos inteligentes más populares jamás vendidos, midió por encima del límite de seguridad legal y más del doble de lo que Apple informó a los reguladores federales a partir de sus propias pruebas.

La Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), que es responsable de regular los teléfonos, declara en su sitio web que si un teléfono celular ha sido aprobado para la venta, el dispositivo "nunca excederá" el límite máximo de exposición permitido. Pero este teléfono, en una inspección de laboratorio independiente, hizo exactamente eso.

El Tribune probó tres nuevos iPhone 7 a plena potencia, y estos también midieron por encima del límite de exposición. En total, se probaron 11 modelos de cuatro compañías, con resultados variables.

Las pruebas del Tribune (aunque limitadas), representan una de las investigaciones independientes más completas de su tipo, y los resultados plantean preguntas sobre si los teléfonos celulares siempre cumplen con los estándares de seguridad establecidos para proteger al público.

Después de revisar los informes de laboratorio de las pruebas del Tribune, la FCC declaró que emprendería la rara medida de realizar sus propias pruebas en los próximos meses.

"Tomamos en serio cualquier reclamo por incumplimiento de los estándares de exposición a la RF (radiofrecuencia) y vamos a obtener y probar los teléfonos sometidos a la prueba para verificar el cumplimiento de las normas de la FCC", señaló el vocero de la agencia, Neil Grace.

El Tribune se propuso hace un año explorar una pregunta importante: ¿son tan seguros los teléfonos celulares como afirman los fabricantes y los reguladores gubernamentales?

Aunque no está claro si la radiación de radiofrecuencia de los teléfonos celulares puede aumentar el riesgo de cáncer o provocar otros daños, esa pregunta es cada vez más apremiante dado el uso generalizado de teléfonos celulares en la actualidad. Muchos niños y adolescentes pueden enfrentar años de exposición.

Las pruebas del periódico no pretendían clasificar los modelos de teléfonos con base en su seguridad: solo se examinaron 11 modelos y, en la mayoría de los casos, solo se probó un dispositivo. Tampoco es posible saber si alguno de los teléfonos celulares que dieron resultados por encima de los límites podría causar daño. Dos de los fabricantes de teléfonos, incluido Apple, refutaron los resultados del Tribune, diciendo que el laboratorio utilizado por el periódico no había probado los teléfonos de la misma manera que lo hacen ellos.

Pero los resultados de la investigación del Tribune contribuyen a un debate en curso sobre los posibles riesgos que plantea la radiación de radiofrecuencia de los teléfonos celulares, y ofrecen evidencia de que las normas federales existentes pueden no ser adecuadas para proteger al público.

Los funcionarios de la industria y los fabricantes enfatizan que antes de que se pueda lanzar un nuevo modelo al mercado, se debe probar un teléfono de muestra y cumplir con un estándar de exposición a la RF. Pero los fabricantes pueden seleccionar el laboratorio de pruebas, y solo debe aprobar un solo teléfono para que se vendan millones más.

Las compañías que prueban que un nuevo teléfono cumple con el límite de seguridad también pueden colocar el teléfono a una distancia de hasta 25 milímetros del cuerpo, casi una pulgada, dependiendo de cómo se use el dispositivo. Esto se debe a que los estándares de prueba se adoptaron en la década de 1990, cuando la gente solía llevar teléfonos celulares con clips para el cinturón.

En una fase de las pruebas del Tribune, todos los teléfonos se colocaron a la misma distancia del tejido corporal simulado que los fabricantes eligieron para sus propias pruebas, de cinco a 15 milímetros, según el modelo. Apple, por ejemplo, hace las pruebas a cinco milímetros.

Pero las personas ahora suelen llevar los teléfonos más cerca del cuerpo, en sus bolsillos, lo que aumenta su posible exposición a la radiación de radiofrecuencia.

Para evaluar este tipo de exposición, el Tribune solicitó a su laboratorio que realizara una segunda fase de prueba, colocando los teléfonos a dos milímetros del cuerpo simulado, más cerca que cualquiera de las pruebas del fabricante y mucho menos que la distancia máxima permitida por la FCC.

Se eligió la distancia de dos milímetros para estimar la exposición potencial para un propietario que lleva el teléfono en el bolsillo de un pantalón o camisa. Bajo esas condiciones, la mayoría de los modelos probados arrojaron resultados que estaban por encima del límite de exposición, a veces excediéndolo mucho.

A dos milímetros, los resultados de un Samsung Galaxy S8 fueron más de cinco veces el estándar.

La Oficina de Responsabilidad Gubernamental, el brazo de investigación del Congreso, recomendó en 2012 que la FCC reevaluara el límite de exposición y sus requisitos de prueba, argumentando que debido a que los teléfonos no se midieron contra el cuerpo, las autoridades no podían garantizar que las exposiciones estuvieran por debajo del estándar.

Siete años después (tras un largo periodo de comentarios públicos), la FCC llegó a su conclusión. La agencia anunció este mes que el estándar existente protege suficientemente al público y debe permanecer.

Pocos otros funcionarios gubernamentales han actuado en los últimos años para abordar los posibles riesgos de la radiación de radiofrecuencia de los teléfonos celulares. Pero en California, el Departamento de Salud Pública del estado emitió en 2017 una guía poco común sobre cómo los consumidores preocupados podrían reducir su exposición.

Entre otros consejos: no llevar teléfonos celulares en los bolsillos.

Apple y Samsung responden

Cuando se les informó de los resultados de las pruebas del Tribune y se les proporcionó el informe de laboratorio de 100 páginas, Apple cuestionó los hallazgos, respondiendo que no se realizaron de una manera que evalúe adecuadamente los iPhone.

Las pruebas del Tribune fueron realizadas por RF Exposure Lab, una instalación en San Marcos, California, reconocida por la FCC como acreditada para probar la radiación de radiofrecuencia de dispositivos electrónicos. Durante 15 años, el laboratorio ha realizado pruebas de radiación para compañías inalámbricas que buscan la aprobación del gobierno para nuevos productos.

El propietario del laboratorio, Jay Moulton, comentó que todas las pruebas del Tribune se realizaron de acuerdo con las normas y directrices detalladas de la FCC.

"No estamos haciendo nada extraordinario o diferente aquí", añadió Moulton. Cualquier laboratorio calificado "debería poder tomar un teléfono del estante y probarlo para ver si cumple con los requisitos".

Apple, una de las marcas más emblemáticas del mundo, no dijo específicamente qué creía que estaba mal con las pruebas del Tribune ni reveló cómo la compañía mide sus teléfonos para detectar la posible exposición a la RF.

Aún así, según los comentarios de Apple, el Tribune volvió a probar los iPhone en la investigación, así como un iPhone 7 adicional, haciendo un cambio destinado a activar los sensores que reducirían su empleo de energía.

Una vez más, los iPhone 7 produjeron resultados por encima del límite de seguridad, mientras que un iPhone 8 que antes medía por encima del estándar, quedó por debajo.

Cuando se les informó de los nuevos resultados, los funcionarios de Apple declinaron ser entrevistados y solicitaron al Tribune que formulara sus preguntas por escrito. El periódico lo hizo, enviando tres docenas, pero Apple no respondió a ninguna de ellas.

Luego, Apple emitió una declaración, repitiendo que los resultados de la prueba del Tribune para los iPhone 7 "eran inexactos debido a que la configuración de la prueba no estaba de acuerdo con los procedimientos necesarios para evaluar adecuadamente los modelos iPhone".

"Todos los modelos de iPhone, incluido el iPhone 7, están totalmente certificados por la FCC y en todos los demás países donde se venden", apunta el comunicado. "Después de una cuidadosa revisión y posterior validación de todos los modelos de iPhone probados en el informe (del Tribune), confirmamos que cumplimos con todas las pautas y límites de exposición".

Apple no explicó qué implica la "cuidadosa revisión y posterior validación".

Los tres teléfonos Samsung probados por el Tribune, el Galaxy S8, Galaxy S9 y Galaxy J3, se colocaron a 10 o 15 milímetros del cuerpo, las distancias elegidas por la compañía de acuerdo con las pautas de la FCC. En estas pruebas, los dispositivos midieron por debajo del límite de seguridad.

Pero cuando los teléfonos se probaron a dos milímetros del cuerpo simulado, para representar un dispositivo que se usa mientras está en un bolsillo, las exposiciones superaron por mucho el estándar.

Samsung, con sede en Corea del Sur y uno de los principales fabricantes de teléfonos inteligentes del mundo, reveló en un comunicado: “Los dispositivos Samsung vendidos en Estados Unidos cumplen con las regulaciones de la FCC. Nuestros dispositivos se prueban de acuerdo con los mismos protocolos de prueba que se utilizan en toda la industria".

Los funcionarios de la FCC no comentaron los resultados individuales de los teléfonos probados por el Tribune. Subrayaron que aunque las pruebas del Tribune no fueron tan exhaustivas como lo que se requeriría para un informe oficial de cumplimiento, examinarían algunos de los modelos de teléfonos que se usaron en la investigación del periódico.

Evaluando el riesgo

El uso de teléfonos celulares las 24 horas del día representa uno de los cambios culturales más dramáticos en décadas. En 2009, se estima que 50 millones de teléfonos inteligentes estaban en uso activo en Estados Unidos, según la asociación de la industria inalámbrica CTIA. Hoy hay 285 millones. El 29 por ciento de los adolescentes estadounidenses duermen con sus teléfonos celulares en la cama con ellos, según un informe de 2019 de la organización sin fines de lucro Common Sense Media.

Algunos investigadores dicen que los esfuerzos de seguridad no han seguido el ritmo. "En estos días", agregó Om Gandhi, uno de los primeros investigadores de la radiación de los teléfonos celulares en la Universidad de Utah, "la exposición es de la cuna a la tumba".

Los teléfonos celulares usan ondas de radio para comunicarse con una vasta red de instalaciones fijas llamadas estaciones base o torres celulares. Estas ondas de radio son una forma de radiación electromagnética, en el mismo rango de frecuencia utilizado por los televisores y los hornos de microondas.

Este tipo de radiación, también conocida como energía de radiofrecuencia, no debe confundirse con la radiación ionizante, como los rayos gamma y los rayos X, que pueden quitar electrones de los átomos y causar daños biológicos graves, incluido el cáncer.

La energía de radiofrecuencia de los teléfonos celulares no es lo suficientemente potente como para causar ionización, pero a altos niveles puede calentar el tejido biológico y causar daño. Los ojos y los testículos son especialmente vulnerables porque no disipan el calor rápidamente.

Menos entendido es si las personas (especialmente los niños) están en riesgo de otros efectos sobre la salud, incluido el cáncer, por la exposición a la radiación de bajo nivel durante muchos años, posiblemente décadas.

Cuando los teléfonos celulares llegaron al mercado en la década de 1980, las autoridades se centraron en establecer un límite de exposición para abordar solo los riesgos de calentamiento de los teléfonos celulares. Los científicos descubrieron que los animales mostraban efectos adversos cuando se exponían a suficiente radiación de radiofrecuencia para elevar su temperatura corporal en un grado Celsius. Las autoridades utilizaron este hallazgo para ayudar a calcular un límite de seguridad para los humanos, construyendo un factor de seguridad 50 veces mayor.

La regla final, adoptada por la FCC en 1996, declaró que los usuarios de teléfonos celulares no pueden absorber más de 1.6 vatios por kilogramo en promedio sobre un gramo de tejido. Para demostrar cumplimiento, se les pidió a los fabricantes de teléfonos que realizaran dos pruebas: cuando los dispositivos eran sostenidos contra la cabeza y cuando se mantenían a una pulgada del cuerpo.

Estos métodos de prueba no abordaron la anatomía de los niños y la de otras poblaciones vulnerables, como las mujeres embarazadas, destacó Joel Moskowitz, experto en teléfonos celulares de la Universidad de California en Berkeley.

"Era como una talla única para todos". Además, dijo, "no creo que nadie haya anticipado el teléfono inteligente y cómo se volvería tan integral para nuestras vidas".

Los dispositivos se volvieron omnipresentes y se deslizaron cada vez más en los bolsillos en lugar de llevarlos en los clips del cinturón. El número de estudios científicos relacionados con la radiación de radiofrecuencia de teléfonos celulares se disparó.

El otoño pasado, en uno de los estudios más grandes hasta la fecha, el Programa Nacional de Toxicología, un grupo de investigación dentro del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EU, descubrió que la alta exposición al tipo de radiación de radiofrecuencia utilizada por los teléfonos celulares se asociaba con "evidencia clara" de tumores cardíacos cancerosos en ratas macho.

La Administración de Alimentos y Medicamentos de EU (U.S. Food and Drug Administration), que comparte las responsabilidades reguladoras para los teléfonos celulares con la FCC, respondió al estudio asegurándole al público que no había peligro para los humanos con los límites de seguridad de "exposición y de nivel bajo". Pero las pruebas del Tribune, refutadas por los fabricantes, encontraron resultados de algunos teléfonos celulares por encima del estándar de exposición, particularmente cuando se probaron cerca del cuerpo.

Pese a las formas cambiantes en que las personas usan los teléfonos, tanto la FCC como la FDA declararon que el límite de exposición actual protege al público. Las agencias citan el margen de seguridad de 50 veces incorporado en el estándar, al igual que CTIA, la asociación de la industria.

Por encima del límite

A media hora en auto al norte de San Diego, en la ciudad de San Marcos, se encuentra RF Exposure Lab, un edificio de color beige y blanco que tiene el aspecto y el diseño del consultorio de un dentista. Al final del pasillo principal, pasando varias puertas, hay una habitación con docenas de grandes contenedores con la etiqueta "Tejido de la cabeza" y "Tejido del cuerpo".

Moulton, el dueño del laboratorio, recordó cómo un becario se derramó un poco de "tejido corporal" sobre sí mismo y "se asustó porque pensó que era tejido humano real". Pero era solo una mezcla de agua, azúcar y sal que simula las propiedades eléctricas del cuerpo. El líquido se usa con frecuencia en el laboratorio, una de las pocas instalaciones en EU que está acreditada para probar teléfonos y otros dispositivos en busca de radiación de radiofrecuencia.

Moulton fundó el laboratorio en 2004 después de fungir como director de ingeniería para el gigante de fabricación de chips Qualcomm. Allí, relató, a menudo luchaba con el problema de la radiación mientras ayudaba a diseñar teléfonos para Verizon.

El Tribune contrató a Moulton para realizar pruebas en 11 modelos diferentes de teléfonos celulares, todos comprados nuevos por el periódico. Las pruebas se llevaron a cabo en una habitación de 10 por 10 pies equipada con ventanas de pantalla de cobre para reducir la interferencia eléctrica. En el centro de la habitación había un "cuerpo fantasma", una bañera ovalada del tamaño de un fregadero de cocina. Dentro de la bañera había una mezcla de tejido corporal.

Moulton colocó cuidadosamente el primer teléfono que sería sometido a la prueba, un Apple iPhone 8, debajo del cuerpo fantasma, de modo que quedara a cinco milímetros del exterior de la bañera. Esta distancia de separación era la misma brecha seleccionada por Apple en sus pruebas y estaba de acuerdo con las pautas federales.

Usando un simulador de estación base fuera de la habitación, Moulton realizó una llamada al iPhone 8 y ajustó la configuración para que el dispositivo funcionara en la misma banda, frecuencia y canal que producía la lectura de radiación de radiofrecuencia más alta informada por Apple a la FCC durante el proceso de aprobación regulatoria, datos que están disponibles en el sitio web de la agencia.

El teléfono ahora estaba funcionando a plena potencia, creando lo que era esencialmente el peor de los casos en términos de exposición a la radiación de radiofrecuencia. Típicamente, dijo Moulton, los consumidores no experimentan una exposición como esta, pero podría suceder, recalcó, en situaciones limitadas, como alguien que habla continuamente en un área con una conexión débil.

Una sonda conectada a un brazo robótico se movía hacia arriba y hacia abajo, y hacia adelante y hacia atrás, en el fluido, tomando 276 mediciones de la radiación absorbida. Después de unos minutos, la sonda se detuvo y los resultados aparecieron en una pantalla de computadora cercana: el nivel de radiación de radiofrecuencia para el iPhone 8 midió 2.64 W/kg, más del doble del valor más alto que Apple informó a la FCC y muy por encima del límite de seguridad de 1.6.

Moulton reveló que estaba sorprendido. "Tal vez el sensor de energía del teléfono no funciona", indicó. "Se supone que debe estar encendido".

Casi todos los teléfonos inteligentes, detalló, tienen sensores de potencia, también conocidos como sensores de proximidad, diseñados para detectar cuándo el dispositivo está tocando o está extremadamente cerca de una persona. Cuando eso ocurre, se supone que el teléfono reduce la energía, disminuyendo la radiación de radiofrecuencia.

"Veamos cómo funciona este iPhone 7", dijo, levantando el próximo teléfono para probarlo. Lo aseguró a cinco milímetros debajo del cuerpo fantasma, hizo una llamada y activó la sonda.

Minutos después, los resultados fueron: 2.81 W/kg, nuevamente por encima del límite. Probó otro iPhone 7, obteniendo un resultado similar: 2.50 W/kg.

"Todavía alto", comentó Moulton.

A medida que se probaron más teléfonos, algunos resultados fueron bajos. Por ejemplo, los teléfonos Samsung Galaxy S9, S8 y J3 obtuvieron mediciones debajo del estándar.

Pero el laboratorio había probado los teléfonos Samsung relativamente lejos del cuerpo simulado, porque así es como el fabricante había probado los dispositivos cuando buscó la aprobación de la FCC.

Se probaron dos teléfonos Samsung a 10 milímetros de distancia y uno a 15 milímetros, todavía dentro de las pautas federales, pero mucho más grande que la brecha de cinco milímetros elegida por Apple para sus pruebas.

Entonces, ¿cómo les iría a los dispositivos Samsung y otros modelos cuando se probaran a una distancia constante, incluso más cerca del cuerpo?

La "prueba de bolsillo"

Para ayudar a responder esta pregunta, el Tribune recortó piezas de camisas de vestir, camisetas, jeans, pantalones deportivos y ropa interior y los envió a Moulton. Sus mediciones indicaron que los teléfonos que se llevan en los bolsillos de los pantalones o camisas normalmente no estarían a más de dos milímetros del cuerpo.

Moulton luego realizó las mismas pruebas de radiación, utilizando los mismos métodos y equipos. La única diferencia fue que los teléfonos se colocaron a dos milímetros del cuerpo fantasma, más cerca que cualquiera de las pruebas de los fabricantes y mucho más cerca que la distancia máxima permitida por la FCC.

Tal vez, argumentó, los sensores de proximidad de los teléfonos se activarían a esta distancia más cercana y los niveles de radiación de radiofrecuencia caerían en consecuencia.

Pero la mayoría de los teléfonos aún mostraron altos niveles. Los cuatro iPhone 7 probados a dos milímetros produjeron resultados dos veces por encima del estándar de seguridad. El iPhone 8 midió tres veces por encima; el Moto e5 Play de Motorola midió cuatro veces el estándar.

¿Y los teléfonos Samsung Galaxy?

Los tres midieron más del doble del estándar, con el Galaxy S8 registrando 8.22 W/kg, cinco veces el estándar y el nivel de exposición más alto visto en cualquiera de las pruebas del Tribune.

Solo dos teléfonos quedaron debajo del estándar en la "prueba de bolsillo" de dos milímetros: un iPhone 8 Plus y un BLU Vivo 5 Mini.

Moulton subrayó que no podía estar seguro de porqué los teléfonos en las pruebas del Tribune calificaron en las pruebas como lo hicieron.

Solo los fabricantes, incluyó, podían afirmarlo con seguridad.

Buscando una explicación

Apple y Motorola refutaron el protocolo de prueba del Tribune, pero se negaron a responder las preguntas por escrito.

Los funcionarios de Motorola indicaron una cosa sobre la alta medición de exposición para su Moto e5 Play, que llegó a casi tres veces el límite de seguridad en una prueba de cinco milímetros en el laboratorio del Tribune: especularon que la prueba no activó los sensores de proximidad en ese teléfono.

Aunque el laboratorio del Tribune había seguido todos los métodos de prueba de la FCC, el periódico posteriormente volvió a probar el Moto e5 Play, alterando ligeramente el método de prueba anterior para reflejar el aporte de Motorola. El Tribune también volvió a probar un Moto g6 Play, que había registrado justo el límite de seguridad en la primera prueba, así como un modelo adicional, un Moto e5.

Cuando se probó con estos métodos modificados, los resultados de exposición para los tres teléfonos quedaron por debajo del límite a la distancia de cinco milímetros.

Moulton puntualizó que los dos resultados de la prueba para el e5 Play indican que sus sensores pueden no funcionar bajo ciertas condiciones.

Motorola, con sede en Chicago, señaló en un comunicado que "todos los dispositivos Motorola cumplen o exceden los requisitos de la FCC", pero no respondería preguntas sobre sus sensores de potencia.

"Nuestras técnicas y experiencia en administración de energía le brindan a Motorola una ventaja competitiva significativa en el mercado y, por lo tanto, son altamente confidenciales", según el comunicado de la compañía. "El laboratorio contratado por The Chicago Tribune no conocía las técnicas patentadas de Motorola necesarias para obtener resultados precisos".

Las reglas establecidas por la FCC requieren que las pruebas de radiación de radiofrecuencia se realicen "de una manera que permita una evaluación independiente".

Motorola admitió que después de recibir los resultados de las pruebas del Tribune, hizo que los modelos en cuestión fueran probados en su laboratorio externo, que "encontró que los resultados estaban dentro de los límites apropiados". Cuando el Tribune le pidió a Motorola que explicara cómo prueba sus teléfonos, la compañía se negó. Tampoco compartió sus informes de laboratorio.

El Tribune también volvió a probar varios iPhones según los comentarios de Apple. Un periodista tocó o agarró los teléfonos durante la duración de las pruebas, acciones destinadas a activar los sensores diseñados para reducir la potencia de los dispositivos.

En estas pruebas, el iPhone 8 midió por debajo del límite de cinco milímetros, pero los cuatro iPhone 7 no.

En respuesta a estos resultados, Apple emitió un comunicado asegurando que los procedimientos de laboratorio en las pruebas del Tribune seguían siendo inadecuados. La compañía, con sede en Cupertino, California, no mencionó qué métodos eran necesarios.

Los documentos de la FCC muestran que cuando Apple solicitó la aprobación de la agencia en 2016 para comercializar el iPhone 7, la compañía prometió "tomar las medidas apropiadas" ante cualquier queja "relacionada con el cumplimiento del producto con los requisitos de la norma correspondiente".

Apple, que asegura que validó la seguridad de sus teléfonos en respuesta a las pruebas del Tribune, no proporcionaría ningún detalle adicional sobre las acciones que emprendió para evaluar los teléfonos.

La compañía tampoco hizo comentarios sobre la información que proporciona al público sobre la radiación de la radiofrecuencia. Los consumidores pueden encontrar dicha información en sus iPhones, pero es difícil.

En el iPhone 7, por ejemplo, un usuario deberá ir a Configuración > General > Acerca de > Legal > Exposición a RF. Allí, el término "radiación de radiofrecuencia" no se usa sino más bien "energía de RF", una referencia a la exposición a la radiofrecuencia.

Para reducir la exposición, Apple sugiere usar "una opción de manos libres, como el altavoz incorporado, los auriculares suministrados u otros accesorios similares".

Para algunos modelos anteriores, Apple da consejos adicionales. El sitio web de Apple informa a los usuarios de los iPhone 4 y 4: "Aleje el iPhone al menos a 10 mm de su cuerpo para garantizar que los niveles de exposición permanezcan en o por debajo de los niveles probados". El sitio afirma que esos teléfonos fueron probados a una distancia de 10 milímetros.

Cuando Apple presentó su solicitud a la FCC para comercializar el iPhone 7, la compañía incluyó una declaración de radiación redactada de manera similar, sugiriendo que los usuarios coloquen el dispositivo por lo menos a cinco milímetros del cuerpo, según los registros.

Pero los iPhone 7 finalmente vendidos al público no incluyeron ese consejo.

Cuando el Tribune cuestionó a Apple en sus preguntas por escrito porqué esa sugerencia no estaba incluida, la compañía no respondió.

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