DETROIT – Sarah Genova se sentó en su máquina de coser el sábado e hizo unos 30 cubrebocas.
El domingo, puso manos a la obra de nuevo, esperando poder donar sus cubrebocas caseros a los profesionales médicos de la línea del frente y proporcionar algo de protección extra contra el coronavirus.
Genova dijo que leyó que, con los cubrebocas de algodón, solo hay un tres por ciento de tasa de protección. Sin embargo, siguió cosiendo.
“Tenía la tela y el elástico y empecé a crearlos”, señaló Genova. “Siempre he sido dadivosa y amante de las manualidades. Tenía la habilidad de responder, así que lo hice”.
Genova, de 34 años, que vive en Emmett cerca de Port Huron, puede producir unos cinco cubrebocas, de principio a fin, en una hora.
Genova está donando todo lo que hace. Los está enviando a amigos enfermeros en Florida y a su familia extendida.
Ella y otros amantes de las manualidades están ocupados en sus máquinas de coser después de escuchar que los profesionales de la salud necesitan urgentemente equipo de protección. Desde la escasez de cubrebocas y batas hasta visores, el mensaje se repite a diario.
Los que cosen están encontrando patrones, acelerando su producción en máquinas de coser, enhebrando agujas y produciendo cubrebocas de tela de colores que, según dicen, podrían ser mejores que no tener ninguno.
Aunque los hospitales necesitan cubrebocas de grado médico, Genova cree que estos que ella cose pueden ser utilizados junto con los recomendados de respiración N95 que escasean.
“La idea es usarlos (los caseros) sobre los N95 para prolongar su uso”, apuntó Genova.
Es una acción que se está difundiendo a través de Facebook, YouTube y otros canales de redes sociales con publicaciones de cómo hacerlos y resultando en cubrebocas de colores.
Lo que despertó mucho interés por los cubrebocas hechos a mano fueron las directrices de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés) sobre los cubrebocas para los profesionales de la salud.
Los CDC recomendaron, como último recurso, que los profesionales de la salud usaran cubrebocas caseros (pañuelos o bufandas) cuando atendieran a los pacientes de COVID-19. Pero no se consideran un Equipo de Protección Personal (EPP) oficial y deben usarse en combinación con un protector facial.
Aun cuando coser cubrebocas está de moda, los hospitales locales afirman que no los están aceptando.
Los hospitales de Beaumont, Henry Ford y la Universidad de Michigan están buscando donaciones de cubrebocas desechables, respiradores N95, batas y guantes para cubrir la escasez esperada. Pero específicamente señalan que los “cubrebocas cosidos en casa” no son aceptados como donaciones. Si eso cambia, harán un anuncio.
Gretchen Bovensiep, una enfermera del Hospital Beaumont, estaba recogiendo unos kits de manualidades que ordenó el domingo en el Clawson Makers Market en 14 Mile. Los proyectos de manualidades eran para que su familia los hiciera mientras no estaba trabajando y para que se distrajeran de la televisión y otros aparatos electrónicos.
Pero en el mercado, recibió una sorpresa inesperada que la hizo llorar.
Después de escuchar que Bovensiep era enfermera en Beaumont, Genova se acercó a ella y le entregó su bolsa de plástico con varios cubrebocas que había cosido personalmente.
“Fue un momento emotivo,” dijo Bovensiep. “Provocó lágrimas feas porque no pude tocar mi cara y secarlas”.
Bovenseip reveló que quedó abrumada por tal generosidad y le dijo a Genova que donaría los cubrebocas a la clínica de post-trasplantes en la que trabaja en el Hospital Beaumont en Royal Oak.
“La increíble generosidad de hacer eso por nosotros … estamos agradecidos por cualquier ayuda que la gente esté dispuesta a ofrecer”, destacó Bovensiep. “Es mejor que nada”.
Múltiples artistas en el Clawson Makers Market están haciendo su parte, desde los que cosen cubrebocas hasta alfareros y artistas de fibras que donan guantes y elásticos, según la cofundadora Bonnie Swope.
El mercado se ha convertido en un punto de recolección de esas donaciones. Parte de la decoración exterior del mercado es un colorido carrito de arte en movimiento.
“Encontramos que muchos de los hospitales tenían escasez”, dijo Swope. “Así que los artesanos se han unido y han donado sus materiales. Porque por naturaleza tienen muchos cubrebocas y guantes de goma”.
“La gente está dejando estos materiales en el asiento trasero de ese coche, respetando el distanciamiento social”, aseveró.
Anne Hernández, de 54 años, de Troy, es una paramédica jubilada y tiene una línea de ropa para niños llamada Bambino 2.0.
Empezó a coser cubrebocas cuando su sobrina, una enfermera de Colorado, le dijo que no tenían suficientes.
“No son de grado hospitalario, pero se están quedando sin cubrebocas y algo es mejor que nada”, apuntó Hernández. “Agarran todo lo que pueden encontrar en muchos hospitales”.
El domingo, con la ayuda de su marido e hijos, esperaba coser 50 cubrebocas para llevarlos al Centro Médico de Detroit, que, según escuchó, necesitaba urgentemente suministros.
Los cubrebocas, añade Hernández, también pueden ser usados por los pacientes que hacen diálisis o cuando la gente va a las tiendas.
“También son buenos para no tocarse la cara y eso es una gran ayuda”, concluyó Hernández. “Aunque no sean grandes bloqueadores del virus”.
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