Psicosis relacionada con el cannabis, adicción, visitas a urgencias: para los consumidores jóvenes, la marihuana puede ser un juego peligroso

Tribune Content Agency

No hace mucho tiempo, cuando Joseph Garbely, director médico de la Fundación Caron, atendía a los pacientes más jóvenes que comenzaban el tratamiento de drogas o alcohol en su unidad, generalmente veía a personas temblando, enfermas y con convulsiones por la abstinencia de alcohol u opiáceos. Rara vez la marihuana era lo que los ponía en esas camas médicas.

Eso ha cambiado.

“Hace unos años, era raro ver a un joven entrar en Caron con una psicosis inducida por la marihuana”, comentó Garbely. “Ahora lo vemos regularmente. Los adolescentes mayores y los adultos jóvenes (aproximadamente de 18 a 26 años) son los más afectados. Vemos una significativa percepción errónea sobre la seguridad y eficacia de la marihuana entre nuestra población de pacientes adolescentes y adultos jóvenes”.

La marihuana, legal para usos médicos en más de la mitad de los estados del país y como sustancia recreativa en cada vez más estados, está generando una creciente preocupación como una droga que causa dependencia y que puede causar graves daños y perjuicios, particularmente entre sus usuarios más jóvenes. Los votantes de Nueva Jersey podrán decidir en el 2020 si legalizan la marihuana para uso recreativo para las personas mayores de 21 años.

Aunque antes se dudaba de que fuera una sustancia adictiva, los profesionales del tratamiento dicen ahora que están viendo a más adolescentes y adultos jóvenes con trastornos por consumo de cannabis. Con frecuencia, a partir de los primeros años de la adolescencia, muchos por el uso diario.

“La mayoría de los casos que vemos de trastorno por uso de sustancias son de marihuana”, comentó Ned Campbell, director médico de Rehab After School, un programa intensivo de pacientes externos para adolescentes en el sudeste de Pensilvania, que incluye el área de Filadelfia.

Las admisiones de pacientes internos también han aumentado.

En Caron, los pacientes que fueron admitidos con un diagnóstico primario de trastorno por consumo de cannabis aumentaron más de un 22 por ciento de 2014 a 2019. En esos cinco años, las personas admitidas a tratamiento por adicción a la marihuana aumentaron de más del 27 por ciento del total de admisiones de Caron a casi el 40 por ciento.

Independence Blue Cross, la mayor aseguradora de salud de la región, ha visto aumentar sustancialmente las reclamaciones por tratamiento de trastornos por consumo de cannabis. Entre 2012 y 2018, hubo un aumento del 180 por ciento en las solicitudes de tratamiento por la marihuana. Esto incluye un aumento del 100 por ciento para pacientes de 19 a 25 años. Las reclamaciones para adolescentes que requieren tratamiento aumentaron un 25 por ciento durante el mismo periodo.

Terri L. Randall, directora médica de la Clínica de Trastornos por Uso de Sustancias del Hospital Infantil de Filadelfia, comentó que se ha vuelto más común que los pacientes jóvenes experimenten malas reacciones como ansiedad extrema e incluso desapego de la realidad por el uso de cannabis, y que la sigan consumiendo.

“El hecho de que los jóvenes continúen consumiendo, incluso a pesar de una experiencia adversa o desagradable con la marihuana, es realmente preocupante para mí”, anotó Randall. “No solo están teniendo complicaciones por su uso, sino que también se están encontrando a sí mismos consumiendo más y son incapaces de controlar su uso. Eso realmente está en el corazón del diagnóstico de la adicción”.

Los casos extremos no solo aparecen en las oficinas de atención.

“Ciertamente estamos viendo muchas más visitas a la sala de emergencias debido a la marihuana”, advirtió Kevin Osterhoudt, director médico del centro de control de toxicología del Hospital Infantil de Filadelfia. “Estamos viendo más gente con delirios paranoicos, estamos viendo mucha más gente con signos de psicosis aguda”.

La marihuana de hoy en día no es la misma de la generación de Woodstock ni tampoco la de la era Grunge. A lo largo de las décadas, la cantidad de THC (el compuesto psicoactivo del cannabis) se ha disparado.

“La naturaleza de lo que se consume ha cambiado dramáticamente”, indicó Itai Danovitch, miembro de la Sociedad Estadounidense de Medicina para la Adicción (ASAM, por su sigla en inglés) y presidente de psiquiatría en el Centro Médico Cedars-Sinai en Los Ángeles.

En los años 90, las concentraciones de THC seguían siendo de un solo dígito. Ahora, el porcentaje de THC en un cigarrillo de marihuana puede variar hasta un 30 por ciento con algunas cepas.

“Y luego, cuando la gente usa extracciones (aceites y ceras) puede recibir fácilmente de un 80 a un 90 por ciento”, detalló Danovitch.

Algunas investigaciones han sugerido que para los consumidores nuevos o poco frecuentes, el vaping de cannabis produce efectos más fuertes que el fumar. En la misteriosa erupción de este año de lesiones pulmonares relacionadas con el vaping (que ha sido responsable de 52 muertes confirmadas en 26 estados, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, CDC por su sigla en inglés) muchos de ellos participaron en el vaping de productos de THC. Aunque los CDC han identificado el acetato de vitamina E como “una sustancia química preocupante” en estos casos, es sólo una de las muchas sustancias presentes en los aceites y líquidos de los vapeadores. Los CDC apuntan que el misterio de estas enfermedades está lejos de ser resuelto y ha recomendado a las personas que no consuman ningún producto de cigarrillo eléctrico que contenga THC.

El uso regular de la marihuana puede no surtir el efecto catastrófico de otras drogas, pero puede limitar el desarrollo social, académico y personal de una persona joven.

“Para muchos de ellos, hay un proceso de duelo”, mencionó Jason Whitney, coordinador del programa de la Comunidad de Recuperación de Penn State Collegiate. “Están muy atrasados con respecto a donde quieren estar”.

Lo que las cepas cada vez más potentes de hoy en día pueden estar haciendo a los cerebros jóvenes en desarrollo es especialmente preocupante para los médicos y los proveedores de tratamiento.

El National Institute on Drug Abuse cita investigaciones que sugieren que entre el nueve y el 30 por ciento de las personas que consumen marihuana pueden desarrollar un trastorno de consumo, y el riesgo aumenta cuanto más joven se empieza a consumirla. Los individuos que empiezan a consumir cannabis antes de los 18 años son de cuatro a siete veces más propensos que los adultos a desarrollar el trastorno por consumo de marihuana, y la probabilidad es que más jóvenes se vean afectados; dos estudios publicados a principios de este mes en el Journal of the American Medical Association encontraron que más adolescentes están consumiendo cannabis que nunca antes.

También hay evidencia de que las personas que empiezan a consumir cannabis en la adolescencia corren el riesgo de sufrir trastornos de memoria, atención y función cognitiva que podrían no mejorar con el tiempo.

Un estudio a largo plazo realizado por un equipo de investigación internacional que incluyó a la Universidad de Duke, encontró que las personas que comenzaron a usar marihuana de manera regular y persistente en la adolescencia, y que continuaron en la adultez, mostraron un declive de ocho puntos en promedio en el coeficiente intelectual.

Los episodios de psicosis aguda parecen desaparecer si el usuario se mantiene alejado de la droga. Pero los adolescentes que usan especialmente marihuana de alta potencia pueden estar en mayor riesgo de desarrollar un trastorno psicótico crónico como la esquizofrenia, particularmente si tienen una predisposición genética. Un artículo reciente en la revista The Lancet señaló que al menos el 12 por ciento de los nuevos casos de psicosis podrían eliminarse si la marihuana de alta potencia no estuviera disponible.

“Encontraron que tanto la frecuencia de uso como la potencia estaban asociadas con el aumento de los incidentes de trastornos psicóticos”, apuntó Danovitch de la ASAM.

A diferencia de otras drogas, no hay registro de muerte por sobredosis de cannabis.

“La toxicidad es ciertamente menor, y la gravedad del trastorno por uso de sustancias tiende a ser menos grave que lo que uno se puede hacer a sí mismo con el alcohol y la heroína”, concluyó Danovitch. “Sin embargo, eso no significa que sea segura”.

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