La crisis del coronavirus deja a los bancos de alimentos desprovistos de voluntarios y donaciones, enfrentando una mayor demanda

Tribune Content Agency

SEATTLE — Cuando el mes pasado se supo que el nuevo coronavirus causó su primera muerte en la región de Puget Sound, el Banco de Alimentos de Rainier Valley instaló una estación de lavado de manos fuera de su edificio.

Luego, después de que el gobernador de Washington, Jay Inslee, restringió las reuniones de 50 personas o más, el banco de alimentos dejó de permitir que los clientes entraran. En su lugar, repartió bolsas de comida en la entrada principal y limitó el número de personas a las que servía a la vez.

Pero incluso esas medidas de precaución ya se sienten anticuadas, opinó Kara Hunter, asociada de desarrollo del Banco de Alimentos de Rainier Valley.

“Estamos tratando de mantener este equilibrio entre la seguridad y la alimentación de la gente”, dijo Hunter.

En un esfuerzo por cumplir con las medidas de higiene y distanciamiento social durante el brote, los bancos de alimentos de toda la región de Puget Sound se han visto obligados a hacer cambios significativos en sus operaciones, algunos incluso a cerrar.

Muchos han reforzado los protocolos de limpieza y han cerrado sus sucursales estilo tiendas de comestibles para limitar el contacto de las personas con los alimentos. Han recurrido a un modelo más antiguo, empaquetando la comida en bolsas y cajas, lo que ha creado más trabajo y aumentado los costos. Algunos proveedores en el Condado de King, como Hopelink, han dejado de aceptar donaciones personales de alimentos por miedo a la contaminación.

El brote ha puesto una tremenda presión sobre un modelo que depende en gran medida de los voluntarios y las donaciones para mantenerse en funcionamiento. Al menos 10 programas de asistencia alimentaria encuestados por el Seattle Times en la región de Puget Sound informaron que han visto una disminución en los voluntarios y/o donaciones de alimentos.

“Las organizaciones sin fines de lucro en general están viendo una disminución de los voluntarios”, dijo Shawna McMahon, directora ejecutiva de Servicios Comunitarios Immanuel, que opera un banco de alimentos y un programa de comidas comunitarias en South Lake Union. “En medio de esta crisis todavía hay gente que tiene hambre y necesita comida”.

A medida que los impactos económicos de la pandemia comienzan a desarrollarse, los líderes locales de la asistencia alimentaria se preguntan si sus sistemas, ya gravados, serán capaces de soportar la afluencia de necesidades que esperan ver.

“Creemos que vamos a ver un gran impacto para las personas que viven de un sueldo al otro, que ahora no tienen esos sueldos. … Es probable que veamos eso primero en los alimentos”, indicó Meghan Altimore, vicepresidenta de servicios comunitarios en Hopelink, un proveedor de servicios en el norte y el este del Condado de King.

A principios de este mes, se presentaron 133 mil 464 reclamaciones de seguro de desempleo en el estado de Washington, más de cinco veces más que en cualquier semana durante la Gran Recesión, según el informe de The Seattle Times. Y los expertos indican que las tasas actuales de solicitud de desempleo están en línea con los números máximos durante la Gran Recesión.

Más de 400 mil trabajadores en la región de Puget Sound están en industrias que enfrentan un riesgo inmediato, y otros 500 mil están en industrias que enfrentan un riesgo a corto plazo debido a la pandemia del coronavirus, según un documento técnico encargado por la Cámara de Comercio Metropolitana de Seattle.

“No comprendemos la magnitud de la ola que está a punto de golpear a nuestra comunidad”, aseveró el rabino Will Berkovitz, director ejecutivo de Jewish Family Services, un proveedor de servicios en Seattle, que tuvo que cerrar temporalmente su programa de asistencia alimentaria hasta abril. “Esto será mucho más grande que en 2008, esto es algo para lo que no estábamos preparados en absoluto”.

Cuando se trata de apoyar a los más vulnerables de Seattle, los bancos de alimentos están en la línea del frente. Varios bancos de alimentos en Seattle dijeron que la mayoría de sus clientes son ancianos, que viven con ingresos fijos, inmigrantes, refugiados o padres que tienen múltiples empleos.

La asistencia alimentaria es a menudo el primer lugar al que la gente acude en busca de ayuda, dijo Christina Wong, directora de políticas públicas y de promoción de Northwest Harvest, un distribuidor de bancos de alimentos en todo el estado de Washington.

“Están dirigiendo sus limitados ingresos a esos costos menos flexibles: vivienda, atención médica”, agregó. “Y se están saltando las comidas”.

El Departamento de Agricultura del Estado de Washington (WSDA, por su sigla en inglés) se está preparando para una mayor necesidad de asistencia alimentaria en las próximas semanas y meses, aseguró Kim Eads, gerente del programa de asistencia alimentaria del WSDA. El WSDA ha solicitado el Programa de Alimentación Familiar por Desastres del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, que está diseñado para aumentar el suministro de alimentos después de un desastre. Se usa más comúnmente después de un huracán o un terremoto, comentó Eads.

“No están acostumbrados a ajustarse a una pandemia”, dijo Eads sobre el programa.

Antes del virus, el Programa de Asistencia Alimentaria de Emergencia del USDA ayudaba a alimentar a 150 mil familias en Washington cada mes, mencionó Eads.

“La petición que hice al Departamento de Agricultura de Estados Unidos (para el Programa de Alimentación Familiar por Desastres), la multipliqué por cuatro”, afirmó Eads. “Y creo que eso es solo la punta del iceberg”.

Mientras los bancos de alimentos esperaban la orientación específica de Salud Pública Seattle y el Condado de King, muchos desarrollaron sus propias medidas de seguridad siguiendo las pautas de higiene de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y siguiendo las órdenes de distanciamiento social de Inslee.

En el Banco de Alimentos de St. Mary’s usaban la herramienta de un agrimensor para pintar las líneas de la acera, de manera que los clientes esperaran a seis pies de distancia. En Chicken Soup Brigade, que distribuye comidas preparadas a personas mayores con sistemas de salud comprometidos, los repartidores se desinfectan las manos y usan guantes de goma nuevos para cada entrega a domicilio. La mayoría de los bancos de alimentos en la región metropolitana de Seattle han seguido aceptando donaciones desde el brote de COVID-19. Pero otros, por miedo a la contaminación, están rechazando las donaciones de alimentos. Y está teniendo efectos costosos.

Desde que dejó de aceptar donaciones de alimentos el 6 de marzo, Hopelink espera gastar 125 mil dólares solo en marzo para reemplazar el producto que habría sido donado, que normalmente constituye el 80 por ciento de su inventario. Hopelink gastará más del 40 por ciento de su presupuesto anual de alimentos solo en marzo. Y espera que eso continúe.

“Siempre que seamos cuidadosos con nuestros procedimientos, entonces nos sentimos confiados de que lo que estamos dando no es un riesgo para nadie”, dijo Altimore.

Desde el brote, 61 bancos de alimentos de Washington han cerrado, al menos temporalmente, cambiado de horario o cambiado los modelos de distribución, según el Departamento de Agricultura del Estado de Washington.

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