‘No quiero ir a la escuela’. Cuando el nerviosismo matutino se convierte en rechazo a la escuela, ¿qué pueden hacer los padres?

Tribune Content Agency

En la lista de las 10 principales quejas que los padres tienen que escuchar, al “No quiero ir a la escuela hoy”, probablemente le siga el “Me molestan” y el “¡Solo quiero enviarles mensajes de texto a mis amigos!”

La diferencia, resulta, es que la renuencia a ir a la escuela es una queja que los padres deben tomar en cuenta.

Investigaciones y relatos anecdóticos de expertos en psicología infantil han demostrado que la ansiedad entre los niños está en aumento, y con ese aumento se ha incrementado la concientización y los diagnósticos de la ansiedad escolar. En algunos casos, dicha ansiedad se traduce en un rechazo a la escuela, una evasión repetida o un rechazo absoluto a acudir.

La ansiedad y el rechazo escolar han existido durante mucho tiempo, afirma Dean McKay, profesor de psicología en la Universidad de Fordham, “pero creo que las razones para que los niños experimenten la ansiedad escolar y exhiban el rechazo escolar han cambiado. Solía ser y sigue siendo el caso de muchos niños que tienen dificultades para separarse de sus padres, la ansiedad por separación clásica era una fuerza impulsora, pero hoy en día existen otros factores”.

Estos incluyen entornos escolares cada vez más competitivos. “Hay muchas razones por las que la ansiedad entre los niños va en aumento”, dice Christopher Kearney, director de la Clínica para Trastornos Infantiles de Rechazo y Ansiedad Escolar de la Universidad de Nevada en Las Vegas, “incluyendo que están respondiendo a un entorno escolar muy acelerado y claramente están pasando apuros con eso”. Sin embargo, las causas del rechazo y la ansiedad escolar son complejas, detalla Kearney, y aunque el rechazo a la escuela es un problema psicológico, no de comportamiento, los niños que se niegan a acudir pueden tener algunos problemas de comportamiento.

“Estos son casos confusos”, comenta. Por eso es importante que los padres recuerden que el rechazo a la escuela es un problema que debe resolverse con cuidado. Aquí les sugerimos cómo comenzar ese proceso.

– Comprueba si hay problemas reales. “Primero, debes descartar cualquier amenaza real basada en la escuela”, apunta Kearney. ¿Hay acoso escolar? ¿Hay creciente ansiedad por razones académicas?

“Querrás preguntarle a tu hijo o hija con quién se junta en el almuerzo, cómo se está relacionando con otros niños, escuchar lo que está describiendo”, señala McKay. “Dijiste que tenías dolor de estómago, pero ¿qué tareas se debían realizar ese día?” La intimidación o los problemas académicos serios deben tratarse de inmediato.

– Imponer una regla de dos semanas. La renuencia ocasional a ir a la escuela es perfectamente normal, especialmente en tiempos de transición en la escuela o el hogar. Si tu hijo o hija comienza a pedir quedarse en casa y no ir a la escuela, intenta ser firme y hacerlo seguir yendo durante un par de semanas, luego vuelve a evaluar.

“En muchos casos, si no quieren ir a la escuela, ellos mismos se corregirán en un par de semanas si los padres se ponen firmes”, argumenta Kearney. “Pero en otros niños, el problema persiste y se convierte en algo más, y si interfiere con sus funciones de la vida diaria, es cuando necesitas buscar algún tipo de ayuda psicológica”.

– Domina la rutina de la mañana. La mañana es el momento en que el rechazo a la escuela es más visceral. “Muchos padres simplemente están confundidos sobre qué hacer”, describe Kearney. “El niño llora mucho, quiere quedarse en casa, no ir a la escuela, y es una respuesta natural de los padres simplemente rescatar a su hijo. Así que algunos padres lo permiten por un momento, solo para ver qué sucederá, pero también es cuando a veces se puede poner más difícil la situación. Para las familias, es una decisión muy difícil”.

Responde a tus instintos, sugiere, pero recomienda que trates de que tu hijo siga yendo a la escuela, incluso si necesitan sentarse en la oficina del consejero o en la enfermería durante parte del día para tomar un descanso del salón de clases. Haz saber a los maestros y consejeros lo que está pasando y mantén tu rutina matutina habitual y reglamentada: una rutina constante puede ser tranquilizadora y ayudar a que tu hijo salga por la puerta.

– Lleva una bitácora. El rechazo escolar es un comportamiento recurrente; si te preocupa la salud emocional de tu hijo, asegúrate de hacer un seguimiento de sus ausencias escolares. “He tenido padres que dicen: ‘Se ve tan ansioso'”, recuerda McKay, “y cuando preguntas más específicamente sobre el ausentismo, no tienen una imagen clara. Tal vez un niño falte a la escuela en promedio una vez cada dos semanas, eso es mucho y es algo que es fácil para los padres perder de vista, pero es una señal de advertencia de que algo está mal”.

Trata la ansiedad subyacente. Mantenerse alejado de algo que causa ansiedad es una respuesta natural, dice McKay. “Estamos programados para evitar ese sentimiento, porque históricamente, la ansiedad era una advertencia importante, una señal de peligro”. Evitar la escuela es la misma respuesta, asociada a una situación cotidiana. McKay recomienda la terapia cognitiva conductual como un enfoque de tratamiento que ayude a los niños a volver a entrenar su pensamiento para interrumpir los patrones de pensamiento y conducta ansiosos. La terapia cognitiva ahora se considera más efectiva para la ansiedad que la terapia de conversación tradicional, y para los pacientes que se mantienen comprometidos con su tratamiento y practican los ejercicios que prescriben los terapeutas, “el curso del tratamiento para algunos casos puede ser bastante corto”, concluye McKay.

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