Personal médico ante el reto de proteger a sus familias

Tribune Content Agency

CHICAGO — Se supone que el hogar debe ser un refugio. Pero para la gente que se presenta en un hospital durante la crisis del coronavirus, el hogar es solo un lugar más al que temer.

Los médicos, enfermeros y otros que trabajan en los hospitales de Illinois donde se atiende a pacientes con COVID-19 temen volver con sus familias, quienes podrían estar más en riesgo debido a los peligros invisibles que traen sin querer a casa.

Cada uno tiene una rutina. Por lo general va así: Desvestirse. Dejar las batas en el garaje. Lavar los zapatos con cloro. Correr a la ducha. No abrazar a sus hijos ni a sus parejas. Ducharse, tallarse.

Para Terence Yee, enfermero de la unidad de cuidados intensivos de la Universidad de Illinois en Chicago, no hay otra opción más que volver a casa. Él y su esposa, Sweet Vivares Yee, son ambos enfermeros, y tienen tres adolescentes que cuidar.

Ambos entran por el garaje. Se quitan los uniformes del trabajo. Los ponen directamente en la lavadora. Los zapatos se quedan en un contenedor de plástico cercano. Al entrar en la casa, van directamente a la ducha.

Solo después de una ducha caliente, él regresa para comenzar a lavar la ropa.

Esto, espera, protegerá a sus hijas.

“Debemos cambiar la forma de volver a casa”, dijo. “No quieres llevar el virus a casa”.

Yee dijo que toman vitaminas para tratar de mantenerse lo más saludables y resistentes posible; otros trabajadores de la salud que compartieron sus procesos mencionaron que se toman la temperatura de todos los que viven en su casa o lavar por la noche una chaqueta con agua y jabón.

Una doctora envió un ejemplo de una lista de 10 pasos que les sugiere a sus colegas, la cual comienza con “ducharse si es posible y quitarse la ropa del trabajo” e incluye limpiar los volantes, pasar una toallita limpiadora por las llaves, bolígrafos y gafas, y mantener el teléfono en una bolsa transparente con cierre de cremallera. La lista termina con la nota: “Estás limpio. Relájate. Disfruta de tu velada”.

El miedo a infectar a los miembros de la familia es una carga más para los trabajadores de los hospitales (desde quienes se encargan de los alimentos hasta los del servicio de limpieza y los médicos) que ya soportan el estrés de la falta de equipo de protección y el tratar a pacientes durante una pandemia, aseveró Greg Kelley, presidente de SEIU Healthcare para Illinois e Indiana.

“Los trabajadores se están llevando la peor parte de esta crisis”, dijo Kelley. “Lo hacen a menudo con un gran costo personal para ellos y sus familias”.

Algunos están sopesando la posibilidad de vivir separados de sus hijos; muchos dijeron que estaban viendo el estallido de casos en la Ciudad de Nueva York, y escuchando a sus colegas y amigos allí. Algunos conocían a personas que se alojaban en hoteles para separarse de sus familias. Yee comentó que un colega que trataba a pacientes de COVID-19 no había vuelto a su casa en días, tratando de proteger a su esposa embarazada.

Yee dijo que a los trabajadores del hospital que tratan a pacientes de COVID-19 se les deberían ofrecer habitaciones de hotel, para que puedan permanecer lejos de su familia si así lo desean. La ciudad anunció recientemente que designará espacios en hoteles para quienes ofrecen la primera respuesta a un caso, como paramédicos, policías y bomberos, que están preocupados por llevar el virus a casa.

“La realidad es que están en contacto con el virus todos los días y trabajan largas y duras jornadas”, declaró la alcaldesa de Chicago, Lori Lightfoot, al anunciar los espacios de hotel. “Y algunos de ellos pueden preferir quedarse en el centro en lugar de ir a casa con su familia o amigos”.

La oficina de alcaldía declaró al Tribune que está explorando activamente los espacios de los hoteles para proporcionar alivio a los trabajadores de la salud en las líneas del frente de la crisis del coronavirus.

“Esperamos tener opciones disponibles muy pronto”, señaló Eugenia Orr, secretaria de prensa adjunta de la alcaldesa.

Melissa Bertoletti, una enfermera de urgencias del Centro Médico St. Joseph de Amita Health en Joliet, no ha visto a sus padres, dijo, “en, no sé, oh Dios mío, ni siquiera puedo recordar”.

Hace un mes, dijo, su madre le pidió ayuda para llevar a su perro al veterinario.

“Tuve que decirle que no”, recordó. “Si yo fuera ahí y les pasara algo, sentiría que yo lo causé”.

Para Bertoletti, el estrés de trabajar en un hospital no es nuevo. Pero los retos del coronavirus a los que se enfrentan ella y sus colegas (como racionar el equipo de protección, considerar cuántos respiradores necesitarán, preocuparse por el riesgo de que sus compañeros de enfermería se expongan) son nuevos. Aún así, sus 26 años de experiencia en enfermería le sirven para enfrentarlo.

“Pero lo que da miedo es llevarlo a casa con mi familia”, dijo. “No quiero que mi familia entre en contacto con esto en absoluto. Así que es estresante volver a casa”.

La planificación va más allá de desinfectar los teléfonos o evitar a la familia. También llega a las listas de tareas familiares mientras se está fuera del hospital.

Recientemente, la pediatra de Chicago Deanna Behrens y su esposo se aseguraron de que sus testamentos estén al día.

Daniel Ortiz, un enfermero asignado a la unidad de COVID-19 de la UIC el mes pasado, no ha visto a sus padres en semanas. Apenas ve a su esposa. Le dijo: “Me voy a enfermar trabajando en esta unidad”.

Su preparación para volver a casa comienza en el hospital, donde se cambia de ropa antes de salir. Algunos hospitales tienen suficientes uniformes para que los enfermeros se cambien por uno nuevo cuando llegan y cuando se van, de manera que no necesiten usar uniformes potencialmente contaminados en casa.

En el trabajo, su mochila se queda en su casillero. No lleva su bolsa de almuerzo a casa.

Cuando llega a casa, se desnuda y se dirige a la ducha.

“Entro casi sin ropa”, dijo. “Le digo a mi esposa que se aleje”.

Duermen separados. Él se va al sofá, dejándole a ella el dormitorio.

La semana pasada, se despertó con dolor de cabeza. Pensó que era estrés. Pero, al día siguiente, aún se sentía enfermo. Estaba sudando. Su cuerpo se sentía como si acabara de hacer ejercicio.

Le hicieron la prueba de detección del coronavirus y está esperando los resultados.

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