“Creo que estaremos bien”: Pasajeros de un crucero no se han dejado intimidar por las advertencias de EU sobre el coronavirus

Tribune Content Agency

MIAMI — Multitudes de pasajeros acudieron al “Carnival Sensation” el lunes por la mañana. El formato que tuvieron que completar declarando viajes recientes a países infectados por el coronavirus fue un obstáculo entre ellos y un crucero de cinco días por el Caribe.

Anna Smith, de 83 años de edad, residente de Greenville, Carolina del Sur, dijo que nada le iba a impedir asistir a la boda de su ahijado con otros 70 amigos y familiares en las Islas Caimán esta semana, ni siquiera una advertencia emitida el domingo por el Departamento de Estado de Estados Unidos para que se mantuviera alejada de los cruceros.

“No me molesta”, comentó. “Confío en Dios que estaré a salvo”.

En Dios y en una reserva de toallitas y gel desinfectantes para manos en su equipaje.

Las autoridades federales de salud se concentraron en los cruceros como áreas de mayor riesgo de infección por COVID-19 con la advertencia del domingo, pero hubo pocas señales de una desaceleración de la industria el lunes en el puerto de cruceros de Miami, el más concurrido del mundo. Los miembros de la tripulación no se habían enterado de la recomendación del gobierno contra los cruceros, y los pasajeros que se habían enterado no se inmutaron.

Un empleado de 33 años del restaurante del crucero MSC Armonia, quien pidió permanecer en el anonimato por temor a represalias, corrió a tomar un taxi en PortMiami el lunes para poder ir a la tienda durante su breve hora de descanso.

Dijo que le asustaba trabajar a bordo de un barco durante el brote mundial del coronavirus, sobre todo porque se siente muy aislado de la información actualizada.

Agregó que no estaba al tanto de la advertencia federal contra los cruceros, la cual señala “un mayor riesgo de infección del COVID-19 en un ambiente de crucero”.

“No sabemos lo que está pasando fuera”, mencionó. “Todos los días recibimos noticias de que los números aumentan, pero no somos como los demás. No sabemos lo que está pasando”.

El lunes por la tarde, el Departamento de Salud de Florida aconsejó a todos los pasajeros que volvían de un crucero que siguieran las directrices de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por su sigla en inglés): Monitorear su salud y limitar las interacciones con otros durante 14 días después de regresar a Estados Unidos. Si se vuelven sintomáticos, “aíslense inmediatamente y contacten al departamento de salud de su condado o a su proveedor de servicios de salud”.

Las autoridades también anunciaron que dos de los tres casos de COVID-19 del Condado de Broward están conectados con Port Everglades. El domingo por la noche, el barco Regal Princess de Princess Cruise Lines atracó en el puerto después de un día de preocupación por la potencial infección de su tripulación. Las pruebas revelaron que los dos trabajadores sospechosos no estaban infectados, a pesar de que recientemente fueron trasladados desde el Grand Princess en California, que se encuentra en cuarentena pues al menos 21 personas (incluidos 19 miembros de la tripulación) han resultado infectadas por el virus.

Otros dos tripulantes del Grand Princess terminaron en el Caribbean Princess, que interrumpió una navegación prevista de 10 días y se dirige de nuevo a Fort Lauderdale en virtud de una “orden de no navegar” de los CDC para esperar los resultados de las pruebas de los dos tripulantes.

Princess Cruises es propiedad de Carnival Corp., con sede en Miami. Ni Carnival ni los CDC respondieron a las preguntas sobre dónde fueron enviados otros miembros de la tripulación del Grand Princess.

Se ha ordenado a Port Everglades que intensifique la limpieza profunda, pero los funcionarios del condado dijeron que se espera que el puerto se quede sin suministros de limpieza en un mes debido a la escasez.

En PortMiami, los pasajeros que desembarcaron tomaron sus propias precauciones después de enterarse de la advertencia del Departamento de Estado.

Un dúo de madre e hija residentes de Boston que esperaba su viaje se turnó para rociarse las palmas de las manos con desinfectante.

“No estoy jugando”, advirtió Tammy Brown con una sonrisa mientras se frotaba las manos furiosamente. “No me voy a enfermar”.

Brown, de 56 años, y su hija de 33 años, Fátima McLeom, acaban de terminar un viaje en crucero de una semana de duración por el Caribe, que incluyó las Bahamas, México, Jamaica y las Islas Caimán, en el MSC Armonia.

La preocupación por el coronavirus comenzó incluso antes de que embarcaran. Los miembros de la familia les instaron a reconsiderar o postergar el viaje, pero Brown señaló que no quería dejar que el miedo dominara su vida.

“Voy con Dios. Él nos va a proteger. Recé por un barco sano”, aseveró.

Ella y McLeom afirmaron que no vieron a nadie con síntomas en el barco y que los trabajadores del crucero fueron diligentes con el desinfectante y los recordatorios de lavarse las manos.

Cuando abordaron el barco por primera vez, Brown y McLeom fueron dirigidas a una máquina grande y desconocida. “Salté hacia ella”, dijo Brown haciendo una pose, con la mano en la cadera y una gran sonrisa. “Pensé que nos estaban tomando una foto”.

La máquina estaba allí para analizar las temperaturas corporales. No se permitió subir a bordo a nadie que tuviera fiebre o un historial de viajes recientes a un país afectado, apuntó. La familia que estaba delante de ellas en la fila de registro fue rechazada, comentó Brown, porque uno de los niños tenía tos.

En las Islas Caimán, Brown notificó que vio a los oficiales del crucero impedir el embarque de un nuevo miembro de la tripulación hasta que el médico del barco lo examinara.

Esas medidas la hicieron sentir segura, afirmó. Pero no lo suficientemente segura como para reservar otro crucero inmediatamente.

“Tal vez después de que las cosas se calmen”, dijo.

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