¿Ciudadanía por drive-thru? Ahora puedes juramentar sin salir de tu auto

Tribune Content Agency

DETROIT — Después de años esperando convertirse en ciudadanos estadounidenses, docenas de inmigrantes vieron sus sueños realizados el miércoles, aunque el gran momento no fue exactamente lo que habían imaginado.

Prestaron sus juramentos en un drive-thru.

Sin salir de sus autos, levantaron la mano derecha y juraron ser estadounidenses buenos y respetuosos de la ley; todo mientras portaban un tapabocas mientras un juez con careta de plástico estaba parado a seis pies de distancia.

Bienvenidos a la era del COVID-19, donde la realización de grandes ceremonias como la naturalización ha obligado a los funcionarios a ser creativos, que es precisamente lo que las autoridades de inmigración en Michigan hicieron después de que la pandemia cerrara el tribunal federal en el centro de Detroit. Ahí es donde las ceremonias de naturalización suelen tener lugar, con fanfarrias, agitación de banderas, abrazos y lágrimas.

Pero por el momento, los ciudadanos más nuevos de Estados Unidos tendrán que conformarse con un estacionamiento en la oficina de campo del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos en Detroit. Debido a la pandemia, hay un atraso de más de mil inmigrantes a la espera de prestar su juramento de lealtad, por lo que los funcionarios idearon un sistema que tomó como modelo las pruebas de drive-thru del coronavirus.

El miércoles, coche tras coche pasó por el drive-thru, llenos de rostros esperanzados que llegaron a Estados Unidos desde todos los rincones del mundo.

Albania. Brasil. Nigeria. India. Bangladesh. China. Irán. Ucrania. México. Lituania.

Estos son los países que dejaron atrás, para comenzar de nuevo en un país que promete vida, libertad y la búsqueda de la felicidad.

“Espero una vida mejor”, dijo Aung Min, de 44 años, de Birmania, un chef de sushi en Kroger que antes desempeñó trabajos de carpintería y construcción en en una pequeña localidad de Birmania para ayudar a cuidar a sus padres, a quienes describió como pobres.

Min, que vive en Warren con su esposa de origen birmano (que también es ciudadana estadounidense) y su hija nacida en Estados Unidos, dijo que lo que más le gusta de Estados Unidos es la libertad que ofrece a todos. Y le emociona votar en este otoño, señalando que votará para reelegir al presidente Donald Trump porque cree que el mandatario está “tratando de ayudar a la gente a trabajar” y que bajo su liderazgo “todos pueden trabajar”.

Min demostró su propia ética de trabajo al dejar su ceremonia de naturalización y acudir directamente a trabajar en Kroger.

“Estoy muy feliz”, expresó Min, sonriendo.

Los canadienses Bob y Sonia Karwal de Rochester también estaban radiantes después de convertirse en estadounidenses el miércoles, prestando sus juramentos mientras sus dos hijas estaban sentadas en el asiento trasero de su Chevy Traverse plateado; la mayor grababa el gran momento en su iPhone.

Siendo canadienses, los Karwal no tenían que convertirse en estadounidenses para vivir aquí, aunque eligieron hacerlo porque, según dijeron, aquí es donde pertenecen. Se mudaron de Toronto a Estados Unidos en 1999. Sus empleos están aquí: él es ingeniero, ella contadora. Y sus hijas, Sophia, de siete años, y Rhea, de 15, nacieron aquí.

“Tenemos raíces aquí”, declaró Sonia Karwal, de 50 años. “Amamos este país. Estamos orgullosos de este país. Nuestras hijas están aquí. Nuestras vidas están aquí”.

Antes de ser juramentados como ciudadanos, los Karwal y otros tuvieron que pasar por cuatro puntos de control.

El primero fue en la entrada del estacionamiento, donde se les preguntó si estaban enfermos, tenían fiebre o habían salido del país en los 30 días anteriores.

Si respondían no a todas las preguntas, se dirigían al segundo punto de control, donde se realiza la verificación: quiénes son, si están allí en el día correcto. La tercera parada es donde recibieron un paquete que contenía información sobre cómo solicitar un pasaporte, su Juramento de Lealtad, un folleto de felicitación y una bandera estadounidense en miniatura.

En la cuarta parada, bajaron la ventanilla de su coche y fueron recibidos por la jueza de paz estadounidense Patricia Morris, quien se encontraba en un podio flanqueado por banderas de Estados Unidos y del Departamento de Seguridad Nacional, junto con dos empleados de inmigración socialmente distantes.

Morris, quien se ofreció como voluntaria para hacer las ceremonias de naturalización, se tomaba unos cinco minutos administrando el juramento, y luego felicitaba a cada nuevo estadounidense, mostrando una sonrisa y aplaudiendo junto con una docena de otros empleados federales.

“Es bueno para mi alma”, señaló Morris sobre el evento de naturalización. “Es bueno recordar lo emocionante que es ser estadounidense”.

Después de la ceremonia, los nuevos ciudadanos fueron dirigidos hacia la salida del estacionamiento por un empleado de inmigración federal, completando su travesía de años.

Los Karwal dijeron que inicialmente habían planeado invitar amigos para su ceremonia, pero entendieron la necesidad de la versión drive-thru. Después de trabajar en la ciudadanía desde 2008, se alegraron de haber podido finalmente prestar juramento, y están deseando votar en otoño. Señalaron que es emocionante convertirse en estadounidenses durante este momento histórico pero turbulento.

“En realidad vamos a ser parte de la historia”, declaró Sonia Karwal. “Al final, valió la pena”.

– Este texto fue traducido por Kreativa Inc.

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