Limitar la inmigración afectará a laboratorios y sofocará el ingenio estadounidense

Tribune Content Agency

ST. LOUIS — Durante los dos últimos años, el becario posdoctoral de la Washington University Wei Qian, de China, ha estado investigando un raro trastorno genético infantil mortal sin una terapia altamente eficaz.

Ahora está luchando por reconsiderar su futuro.

La semana pasada, el presidente Donald Trump emitió una orden ejecutiva que restringe hasta el final del año ciertos tipos de visas de trabajadores extranjeros (en particular la H-1B para trabajadores altamente calificados como docentes y becarios postdoctorales extranjeros). La administración de Trump declaró que la medida daría prioridad a los empleos para los ciudadanos estadounidenses y amortiguaría el impacto económico de la pandemia del coronavirus.

Pero a los científicos de la zona de St. Louis les preocupa que la limitación de la entrada de trabajadores extranjeros, como Qian, les dificulte encontrar investigadores calificados e incluso pueda sofocar permanentemente la innovación estadounidense.

Qian trabaja en el laboratorio del doctor Jonathan Miner en la Washington University. Miner atribuye a Qian la identificación de genes que pudieran conducir al desarrollo de un tratamiento más eficaz para el raro trastorno, la vasculopatía asociada a STING con inicio en la infancia, o SAVI.

“Ahora puedo imaginar fácilmente un camino a seguir que podría salvar la vida de estos niños, y no estaríamos cerca de donde estamos ahora sin que Wei hubiera venido aquí”, declaró Miner, un profesor asistente de medicina interna. “Me rompe el corazón pensar cómo habría sido mi laboratorio sin él y lo qué se habría perdido sin su conocimiento”.

Qian, cuya novia de hace seis años ya no puede venir a Estados Unidos como resultado de las restricciones, no ha regresado a su país durante dos años porque le preocupa que si se va, no pueda volver a ingresar. Si hubiera sabido que Estados Unidos adoptaría esas restricciones y retórica hacia la inmigración, habría buscado un puesto en otro lugar como la Unión Europea o Singapur, comentó.

Desde principios de 2019, Estados Unidos ha concedido cuatro mil 213 visados H-1B nuevos y continuos en Misuri, de los cuales 826 fueron para la Washington University y la empresa de tecnología de salud de Kansas City Cerner Corp. Un informe de enero de la National Science Foundation encontró que casi un tercio de los que trabajan en ciencia e ingeniería en Estados Unidos nacieron fuera del país.

El congelamiento no aplicará a los ciudadanos extranjeros que están actualmente en Estados Unidos o aquellos con tarjetas de residencia. Ofrece exenciones para algunos trabajadores extranjeros, como los académicos con visas J-1, para intercambios laborales y estudiantiles. Los funcionarios que emiten las visas considerarán las peticiones para otras exenciones, como las de los que trabajan en COVID-19 o en servicios alimentarios.

Aun así, científicos de St. Louis, desde los investigadores de postdoctorado hasta los jefes de instituciones de áreas clave, criticaron el anuncio de Trump.

“Estados Unidos ha crecido económicamente durante décadas gracias a la ciencia y la tecnología”, declaró James Carrington, presidente del Donald Danforth Plant Science Center, al Post-Dispatch. “Si limitamos el número de personas que cultivan ciencia y tecnología, no solo nos estamos disparando en el pie; nos estamos cortando las piernas”.

Carrington estimó que el 10 por ciento de sus 350 científicos y empleados están aquí con visas patrocinadas. Si una parte de la fuerza laboral del Danforth Center fuera reducida, advirtió, la proclamación pudiera amenazar a los casi 100 millones de dólares que su organización inyecta en la economía regional anualmente.

Kaushik Panda, un becario postdoctoral del Danforth Center que se preparaba para presentar sus papeles para la H-1B antes de la proclamación, dijo que las restricciones crean la impresión de que la comunidad internacional es de baja prioridad y “fácilmente reemplazable cuando surge la necesidad”.

La abogada Diane Metzger de Tueth Keeney, que se especializa en leyes de inmigración, dijo que está aconsejando a sus clientes que no salgan del país aunque ya tengan un visado legal, para evitar la posibilidad de que se les prohíba volver a entrar a Estados Unidos.

Esa amenaza ha dejado al margen a los becarios postdoctorales extranjeros como Panda si sus laboratorios viajan a conferencias científicas internacionales, incluso en Canadá.

Los científicos también argumentaron que las nuevas restricciones no proporcionarían en realidad más puestos de trabajo a los ciudadanos de Estados Unidos.

Samantha Morris, profesora adjunta de biología del desarrollo y genética de la Washington University, dijo que de las 50 solicitudes que ha recibido para puestos de postdoctorado en los últimos cinco años, todas ellas procedían de un inmigrante.

“No es realmente el caso que estos trabajos estén siendo tomados por científicos extranjeros”, dijo. “Porque simplemente no recibimos solicitantes estadounidenses”.

Morris, que llegó a Estados Unidos procedente del Reino Unido en 2011 para una beca de postdoctorado, agregó que la reciente hostilidad hacia los inmigrantes no es el mismo Estados Unidos que recuerda cuando ella llegó.

“Siempre tuve esta visión de Estados Unidos”, dijo. “Ahí es donde se va a hacer la ciencia más innovadora y a construir equipos multinacionales de científicos”.

“La ciencia tradicionalmente no ha tenido fronteras”.

Morris dijo que estas restricciones obligan a los investigadores extranjeros a decidir si deben acortar sus becas e irse a casa.

“Hay un costo humano en todo esto”, dijo. “Perjudica a los proyectos que estamos haciendo aquí, perjudican a nuestra ciencia, pero realmente perjudica a sus carreras y potencialmente perjudica a sus familias en su país”.

– Este texto fue traducido por Kreativa Inc.

Visit the St. Louis Post-Dispatch at www.stltoday.com