Pandemia y racismo destacan las mayores debilidades de Trump

Tribune Content Agency

FILADELFIA — Para los líderes políticos, la crisis del coronavirus exige atención a los detalles, paciencia, confianza en los expertos y voluntad de aprender. Las protestas contra el racismo sistémico piden a gritos voces de comprensión, unidad y reconciliación.

Ambos asuntos demandan firmeza y empatía.

Ninguna de esas cualidades se asocian normalmente con el presidente Donald Trump; y el resultado ha hundido sus perspectivas de reelección a las profundidades más bajas de su presidencia.

Con las dos crisis que envuelven al país, y millones de desempleados, una serie de encuestas muestran que los estadounidenses no confían en Trump para liderar el camino. Ahora está detrás del presunto candidato demócrata Joe Biden por márgenes enormes a nivel nacional, y por déficits más pequeños pero sustanciales en estados indecisos, incluyendo Pensilvania.

Las encuestas, numerosas y consistentes, muestran el costo para un presidente cuya personalidad ha demostrado ser excepcionalmente inadecuada para los acontecimientos que han sacudido al país meses antes del día de las elecciones.

Biden superó a Trump por 14 puntos porcentuales en una encuesta de The New York Times/Siena College publicada esta semana. Es un margen impresionante, y la gente de ambos partidos cree que será más apretada. Una encuesta de Reuters-Ipsos encontró a Trump a la zaga por 13 puntos porcentuales. ¿Fox News? Biden por 12.

El movimiento se ha filtrado a estados en disputa decisivos también. La encuesta encontró a Biden adelante por 10 en Pensilvania y por 11 en Michigan y Wisconsin. Una encuesta de la Quinnipiac University en Ohio encontró un empate cerrado en un estado que Trump ganó por ocho. Fox News tenía a Biden a la cabeza por poco margen en Georgia y Texas, dos estados que normalmente encajan cómodamente en la columna republicana.

En el Condado de Erie, un condado indeciso que ayudó a entregar Pensilvania a Trump en 2016, un grupo de enfoque más pequeño pero más a profundidad ilustró el 16 de junio cómo las acciones del presidente han repelido incluso a algunos de los que fueron sus partidarios. En un panel de nueve votantes indecisos, siete dijeron que apoyarían a Biden si la elección se celebraba ahora, según Engagious, una empresa de opinión pública que ha encuestado a votantes indecisos en todo el país.

El grupo de enfoque incluyó a seis personas que apoyaron tanto al presidente Barack Obama como a Trump, y tres que votaron por Mitt Romney y Hillary Clinton. Cuatro de los seis votantes de Trump ahora favorecen a Biden.

Al pedirles describir en una palabra la vida entre ahora y las elecciones, las nueve personas mencionaron: insoportable, confusa, de mie..a, caótica, agotadora, crisis financiera, cautelosa, estresante, ansiosa.

Biden difícilmente ha llevado a cabo una campaña innovadora o emocionante, pero sus sobrias promesas de estabilidad, seriedad y amabilidad parecen encajar en el momento.

Una mujer de Erie que apoyó a Trump le dijo a Engagious que “cada día que pasa hay más negatividad y necesitamos un cambio”.

Por lo general, durante una crisis, los presidentes asumen “el papel de sacerdotes”, dijo Jennifer Mercieca, una profesora de comunicación en Texas AandM University. Buscan sanar, unir, calmar y ofrecer simpatía.

“En lo que va de la presidencia de Trump, él no ha podido desempeñar tal papel sacerdotal”, afirmó Mercieca, autora de Demagogue for President: The Rhetorical Genius of Donald Trump. “No parece saber cómo hablar el lenguaje de los valores comunitarios. Es mucho mejor hablando de división y polarización; de lo que no tenemos en común en vez de aquello que tenemos en común”.

Más bien, Trump ha respondido a las angustiosas protestas amenazando con una respuesta violenta y llamando a los manifestantes saqueadores y “rufianes”.

Mientras el país acumula nuevos registros de casos confirmados de coronavirus diariamente, él ha declarado casi una victoria y se ha concentrado en reabrir la economía. Recientemente se ha referido al virus como “Kung flu”, en una frase que fomenta el racismo que tantos denuncian y que arroja luz sobre una enfermedad que ha matado a más de 127 mil estadounidenses.

La encuesta del Times encontró que el 62 por ciento de los estadounidenses desaprueba el manejo de Trump de las protestas que siguieron al asesinato de George Floyd a manos de la policía de Minneapolis, y el 58 por ciento desaprueba cómo ha manejado el coronavirus.

“La sensación de que las cosas se han salido de control bajo su vigilancia no ayuda a los presidentes en funciones”, escribió la columnista conservadora Peggy Noonan la semana pasada en una mordaz columna de The Wall Street Journal.

El senador John Thune, el republicano de segundo rango en el Senado, lo dijo más delicadamente, declarando a Politico que para que Trump recupere a los independientes, probablemente necesitará “un mensaje que transmita quizás un tono diferente”.

Los primeros días del coronavirus, cuando los estadounidenses estaban en casa y sintonizaban las conferencias de prensa entonces diarias del presidente, expusieron ante muchas personas los defectos que los críticos ya veían en Trump, dijo Elaine Kamarck, autora del libro “Why Presidents Fail and How They Can Succeed Again”.

“Vieron básicamente una total incompetencia”, señaló Kamarck, investigadora superior de la Brookings Institution y ex colaboradora de la Casa Blanca de Bill Clinton. “No tenía ningún plan claro, no dominaba los hechos”.

El virus habría presentado a cualquier presidente decisiones difíciles, y solo malas opciones. Pero Estados Unidos se ha quedado atrás con respecto a otros países importantes, y otros líderes mundiales y gobernadores estadounidenses en gran medida han recibido elogios por la seriedad de sus enfoques, incluso cuando han cometido errores.

Crisis anteriores han creado algunos de los momentos más indelebles de otros presidentes. Un nuevo anuncio de un grupo de republicanos contrarios a Trump, el Lincoln Project, está ahora transmitiéndose en Pensilvania y otros campos de batalla del Medio Oeste. Presenta imágenes de Ronald Reagan hablando después de la explosión del Challenger, de Clinton después del atentado explosivo de Oklahoma City, de George W. Bush en los escombros del World Trade Center, y de Obama cantando “Amazing Grace” en una iglesia donde un supremacista blanco había matado a nueve personas afroamericanas.

Luego el anuncio hace un corte a Trump declarando que la aplicación de la ley “dominaría” las calles, imágenes de la policía atacando a los manifestantes, y el presidente posando con una Biblia después de que los manifestantes fueron dispersados violentamente de afuera de la Casa Blanca.

Él ha martillado ideas que incluso muchos republicanos rechazan.

Casi dos tercios de los votantes expresaron simpatía por los manifestantes en la encuesta de Reuters/Ipsos. Trump ha tuiteado repetidamente “¡LEY y ORDEN!”

Una encuesta de Fox a mediados de junio encontró que el 80 por ciento de los estadounidenses, y el 68 por ciento de los republicanos, tenían una opinión favorable de las personas que usan tapabocas. Trump se ha negado a hacerlo en público y ha sugerido que las personas que los usan para limitar la propagación del virus en realidad solo están señalando su desaprobación hacia él.

Solo el 23 por ciento pensó que un mitin político bajo techo era una buena idea. Trump celebró uno en Tulsa días después.

Trump parece estar impulsado por la validación de sus partidarios más intransigentes, dijo Andrea Benjamin, profesora asociada de estudios afroamericanos en la University of Oklahoma.

“El presidente sabe a quién le habla”, dijo Benjamin. “No está tratando de cambiar opiniones”.

Eso le fue suficiente para ganar en 2016. Todavía hay una posibilidad de que repita la hazaña este año. Los acontecimientos recientes muestran lo rápido que el mundo puede ponerse patas arriba, y todavía faltan cuatro meses para el día de las elecciones.

Trump sigue siendo más confiable que Biden para liderar un renacimiento económico, según las encuestas, y los partidarios del presidente argumentan que se avecina una recuperación. Este pudiera ser el punto más bajo en el apoyo de Trump.

“No creemos en las encuestas públicas de ningún tipo”, comentó el vocero de la campaña de Trump Tim Murtaugh a los periodistas en junio. Señaló que los votantes se amargarán con Biden una vez que escuchen más sobre sus políticas y lo vean en acción. “El gran regreso estadounidense ya está en marcha, y es gracias a las políticas de Trump”.

Una tormenta perfecta ayudó a Trump a desafiar las reñidas encuestas para ganar en 2016. Los estadounidenses estaban hartos de la política rancia, y él era el máximo forastero que se enfrentaba a una mujer que encarnaba a los políticos del sistema. Él perdió el voto popular, pero ganó lo suficiente en los estados indecisos correctos.

Este año hay otra tormenta, y hasta ahora Trump se dirige directamente hacia ella.

– Este texto fue traducido por Kreativa Inc.

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