Solicitantes de asilo son blanco de secuestradores, extorsionistas y traficantes mientras esperan en México

Tribune Content Agency

TIJUANA, México — Génesis Reyes esperó tres meses en México para ver a un juez de inmigración en San Diego.

Cuando finalmente llegó su día en la corte, los extorsionistas que se hicieron pasar por funcionarios de inmigración le pidieron a sus padres cientos de dólares, alegando que el dinero la liberaría de un centro de detención.

Mientras sus padres luchaban frenéticamente para juntar el dinero, llamaron a Reyes docenas de veces, Reyes no estaba en un centro de detención. Estaba sentada en el octavo piso de un edificio de oficinas en el centro a la espera de la llamara un juez de inmigración. Su teléfono estaba apagado.

“Cuando volví a encender mi teléfono, tenía muchos mensajes”, relató Reyes de 25 años y originaria de Honduras. “Mi madre quería saber dónde estaba. Personas le llamaron y le dijeron: “Tenemos a tu hija y necesitas depositar el dinero para rescatarla”.

La estafa es solo un ejemplo de cómo los delincuentes toman como blanco a los migrantes que esperan en México mientras buscan asilo en los Estados Unidos.

Fuerzas del orden, activistas y abogados que trabajan a lo largo de la frontera han registrado numerosos ejemplos de solicitantes de asilo que son víctimas de secuestro, tráfico de personas y extorsión.

Parece que algunos delincuentes se aprovechan específicamente de los migrantes inscritos en el programa “Permanecer en México”, ya sea mientras se encuentran brevemente en los EU para acudir a un tribunal de inmigración, como en el caso de Reyes, o cuando los devuelven a través de la frontera con México para esperar su próxima audiencia en Estados Unidos, a menudo a meses de distancia.

Otros estafadores parecen lanzar una red más amplia, a menudo haciéndose amigos de sus potenciales víctimas en las redes sociales o cerca de los refugios.

“Estos delincuentes buscan personas que no tienen un lugar a donde ir y que no tienen dinero”, dijo Carlos Roque, un agente del Grupo Beta, una unidad fronteriza establecida por el gobierno mexicano específicamente para proteger a los migrantes.

El alcance del problema es difícil de precisar porque las víctimas a menudo son reacias a expresarse, ya sea por su condición de migrantes o por temor a represalias de los grupos criminales.

Los agentes del orden en Baja California están tan preocupados por los migrantes que se convierten en víctimas de secuestro o trata de personas que recorren diferentes refugios en todo el estado para difundir la advertencia.

Héctor Alejandro Orozco Alvarado, jefe de la unidad de trata de personas de Baja California, dijo que quiere aliviar en parte el miedo que los migrantes pueden tener acerca de presentarse ante las autoridades policiales mexicanas.

“Nuestra unidad investiga el delito de trata de personas y no nos importa de dónde es una víctima o si es un migrante; queremos protegerlos. Y es importante que entiendan eso”, destacó Orozco.

Dijo que su oficina manejó unos ocho casos de trata de personas legítimas que involucraron a migrantes el año pasado. Hubo tres casos de migrantes secuestrados. Orozco reconoció que ambos son crímenes que las víctimas denuncian muy poco.

Esa es una de las razones por las que afirma que comenzó a visitar los refugios locales.

La mayoría de los casos que ve comienzan en Facebook o en sitios de redes sociales similares.

“En la mayoría de los casos que involucran a mujeres jóvenes, las víctimas son traficadas con fines de explotación sexual”, dijo, y agregó que su oficina también investiga los casos de migrantes que son víctimas de tráfico para someterlos a trabajos forzados y para utilizar sus órganos.

Para una joven salvadoreña, comenzó con mensajes amistosos de Facebook.

“Luego, comenzó a hablar de mi familia. Sobre cómo podía cruzarme y le pagaría después una vez que consiguiera un empleo en Estados Unidos”, relató la inmigrante menor de edad, quien se negó a dar su nombre porque le tiene miedo al traficante de personas que intentó convencerla de que ingresara a Estados Unidos ilegalmente.

La migrante salvadoreña, que estaba embarazada en ese entonces, relató que el contrabandista seguía hablando de su bebé nonato.

“Decía: ‘¿No quieres darle a tu bebé una vida mejor? Si nace del otro lado, será ciudadano de Estados Unidos’, y casi , solo por un momento, pensé ‘Tiene razón’, pero luego me di cuenta de que no quería poner a mi bebé en ese tipo de peligro, y no fui”, dijo ella.

Los contrabandistas pueden tener otras intenciones para los migrantes vulnerables aparte de ayudarlos a cruzar la frontera ilegalmente, lo que significa que el uso de sus servicios puede convertirse en una experiencia potencialmente mortal, según los migrantes y las fuerzas del orden.

Parte de la presentación dirigida a los migrantes aconseja cómo reaccionar si son retenidos en contra de su voluntad.

En el santuario de color amarillo brillante en el refugio Ágape Misión Mundial en Tijuana el jueves pasado durante una de esas conferencias, Fernando Rivera, quien ayuda a dirigir la unidad contra el secuestro en Baja California, aconsejó a un grupo de migrantes que tomaran nota de todos sus movimientos, el momento del día, olores especiales, distancias que recorren y cualquier sonido que escuchen.

Los agentes de la ley mostraron una diapositiva de un grupo de migrantes recientemente rescatados que estaban esposados ??en cuevas sofocantes cerca de Tecate, haciendo hincapié en la cooperación transfronteriza entre las autoridades estadounidenses y mexicanas.

Un agente de la oficina del fiscal de Baja California le expuso al grupo que, aun cuando nunca recomiendan a nadie que vaya con un pollero, o contrabandista de personas, para intentar cruzar la frontera ilegalmente, los detectives son realistas de que algunos en la sala pueden intentarlo.

En ese caso, recomendaron tomar subrepticiamente una foto del contrabandista antes de partir y enviarla a un miembro de la familia, junto con cualquier otra información que puedan recopilar, como su número de teléfono y descripción física. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito estima que el tráfico de personas de América Latina a los Estados Unidos representa aproximadamente siete mil millones de dólares en ingresos para los grupos del crimen organizado en la región.

El pastor Albert Rivera, quien dirige el refugio Ágape, reveló que hace varios meses un hombre que fingió ser migrante se infiltró en el refugio Ágape y comenzó a trabajar como pollero, convenciendo a algunas mujeres jóvenes de que intentaran cruzar a Estados Unidos con él.

Las mujeres terminaron secuestradas brevemente y aterrorizadas durante la odisea. Una mujer escapó, pero estaba tan asustada que inmediatamente regresó a su hogar en Honduras, agregó Rivera.

Rivera comentó que esa es una de las razones por las que contactó a las autoridades locales y los invitó a su refugio.

“Fue muy buena información”, dijo Jorge Aguilar, un migrante hondureño que viajaba por Tijuana con su esposa y su hija. “Estamos muy preocupados de que suceda algo así porque somos vulnerables aquí. Solo por desesperación nuestra gente busca otra forma de cruzar, como usar los servicios de un pollero. Pero gracias a Dios, todavía no hemos experimentado algo así”.

Aguilar dijo que su familia planea esperar su cita de audiencia de inmigración en los Estados Unidos en septiembre.

Los migrantes inscritos en el programa Permanecer en México, oficialmente llamado Protocolos de Protección de Migrantes, han informado sentirse especialmente vulnerables.

Una estafa común es que los delincuentes se hagan pasar por taxistas o buenos samaritanos que ofrecen transportar a los cansados ??solicitantes de asilo cuando regresan a México después de pasar un largo día en los tribunales de inmigración de los Estados Unidos. Una vez que los migrantes entran al vehículo, los conductores los llevan a un lugar desconocido y marcan cada número estadounidense en la lista de contactos de su secuestrado en un esfuerzo por obtener el mayor rescate posible.

En un caso, a una familia les ofrecieron llevarlos a un refugio, pero terminaron secuestrados y retenidos para pedir mil dólares de rescate, relató Luis González, un abogado supervisor de Jewish Family Service, una organización sin fines de lucro con sede en San Diego que representa a muchas personas inscritas en Permanecer en México.

González habla con docenas de solicitantes de asilo en el programa como parte del trabajo de la organización sin fines de lucro que evalúa a clientes potenciales. Varios migrantes, en su mayoría mujeres con niños pequeños, informaron sentirse vulnerables cuando los funcionarios de inmigración los dejan en el lado mexicano del puerto de entrada de San Ysidro por la noche.

“Lo que dicen muchas de las personas con las que he hablado, yo diría que al menos el 50 por ciento, es que cuando regresan a México siempre hay gente por ahí”, añadió González. “Están tratando de ver quién ha sido devuelto. La gente se les acerca y les pregunta: “¿Te acaban de enviar de vuelta?” o “¿Estás esperando a inmigración?”

En la situación de Reyes, la extorsión se produjo vía una llamada telefónica.

Su madre, Sonia, grabó parte de la llamada en la cual el estafador le pidió dinero en efectivo con el pretexto de sacar a su hija de un centro de detención.

Durante la breve conversación, Sonia le pidió repetidamente al hombre que pusiera a su hija al teléfono. Pero el hombre dijo que no podía hacer nada hasta que ella depositara el dinero. Originalmente pidió 800 dólares, pero dijo que sacaría a Reyes por la mitad.

“Estaba confundida, nerviosa y en estado de shock”, afirmó la madre de Reyes, quien se negó a dar su apellido por temor a más llamadas de extorsión. “Me sentí ansiosa porque quería hablar con mi hija. Les dije que conseguiría el dinero”.

Sin embargo, justo antes de que saliera de su casa para depositar el dinero, una amiga la detuvo y le comentó que todo era un engaño, que los funcionarios de inmigración no llaman a las personas y piden dinero. Sonia no pagó.

Desafortunadamente, los extorsionistas también llamaron al padre de Reyes. Él terminó pagando alrededor de 500 dólares, dijo Reyes.

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