Se suponía que esta compañía ayudaría a cineastas independientes a obtener ingresos gracias al streaming. Ese sueño se convirtió en una pesadilla

Tribune Content Agency

En 2017, el cineasta y productor independiente con sede en Burbank Alex Ferrari, de 45 años, elogiaba a una pequeña empresa de tecnología que le ayudó a distribuir su película “This Is Meg”, sobre una actriz que pasa apuros para sobrevivir en un Hollywood obsesionado con las redes sociales.

Por una tarifa, la compañía con sede en Los Ángeles, Distribber, había incluido la película de bajo presupuesto en sitios de video a demanda, incluidos Amazon.com y Hulu. Emocionado con los resultados, invitó a los ejecutivos de Distribber a su podcast, Indie Film Hustle, y recomendó el servicio a otros. Aquí había una compañía, dijo, que podía llevar tu película a las plataformas más grandes del mundo y, lo mejor de todo, tú como creador conservarías todos los ingresos generados por las ventas y las vistas.

Pero el sentimiento de alegría se tornó agrio. En abril, Ferrari le pagó a Distribber para que subiera las películas de dos clientes, solo para descubrir en septiembre que la compañía se había derrumbado. Distribber, se enteró después de múltiples llamadas y correos electrónicos a contactos en la empresa, ya había cerrado sus oficinas, dejando a sus clientes cineastas en la oscuridad. El director ejecutivo de la compañía, Nicholas Soares, se había ido, al igual que otros altos ejecutivos. Los activos de la empresa, le comentaron, estaban siendo liquidados.

Ferrari señaló que Distribber le debe al menos cuatro mil dólares, y que no es el único. Él y otros estiman que a cientos de cineastas se les podría deber dinero, ascendiendo potencialmente a millones de dólares las regalías no pagadas y los reembolsos de tarifas en juego. La página de Facebook de Ferrari “Protect Yourself From Distribber” (“Protégete de Distribber”) tiene más de 500 miembros, algunos de los cuales son productores y directores independientes a quienes les deben miles de dólares. Muchos de ellos afirman que no se les ha pagado en todo el año, incluso cuando sus películas permanecen disponibles en servicios de streaming.

“Realmente creo que este es un pequeño Lehman Bros. en nuestra industria”, declaró Ferrari en una entrevista, refiriéndose al banco de inversión que se declaró en bancarrota en 2008. “Esto probablemente va a llevar al cierre a pequeños productores que no pueden soportar el golpe”.

Distribber, cuyos apuros fueron reportados previamente por IndieWire, comenzó hace una década como una solución prometedora para los cineastas independientes que trabajan fuera del sistema tradicional de Hollywood. La compañía cobraba a los cineastas alrededor de mil 500 dólares por cargar películas en cada plataforma de transmisión continua y cobraba las regalías en su nombre. Los cineastas utilizaban el software de Distribber para ver con qué frecuencia alguien compraba o veía una película y cuántos ingresos generaba.

Pero detrás de bastidores, Distribber y su empresa matriz GoDigital Inc. estaban pasando apuros debido a lo que múltiples personas con información privilegiada y documentos judiciales describen como un modelo de negocios defectuoso y una mala gestión. La práctica de la compañía de cobrar una tarifa inicial a los cineastas, en lugar de cobrar una parte de las regalías, la obligó a perseguir continuamente a nuevos clientes para mantenerse a flote, dijeron varias personas cercanas a la compañía.

Lo que agravó las cosas fue una costosa serie de litigios, incluida una disputa contractual que resultó en un laudo arbitral de casi 520 mil dólares contra la compañía. Una demanda de accionistas de 2017 describió una cultura de despilfarro corporativo y acusó a Soares y otros funcionarios de “cobrar sueldos elevados” en lugar de pagar deudas. Se llegó a un acuerdo en el caso.

Varios ex empleados, la mayoría de los cuales hablaron a condición del anonimato por temor a represalias, indicaron que la compañía gastaba exageradamente. Jonathan Sheely, quien trabajó brevemente en el departamento de contabilidad de la compañía hasta que lo despidieron en 2017, confesó que el dinero se malgastaba en servicios de banquetes y equipo a diario, incluida una máquina de procesamiento 4K que requería un software costoso. Reveló que fue despedido después de intentar optimizar los métodos de pago para los cineastas.

“Simplemente estaban desangrando el dinero”, expresó Sheely.

Soares declinó hacer comentarios sobre la afirmación de Sheely, pero negó las acusaciones de despilfarro corporativo y mala gestión. “Como GoDigital era una startup, yo recibía un salario muy pequeño y no acepté un aumento en cuatro años como director ejecutivo”, señaló en un comunicado enviado a The Times.

El ex director ejecutivo culpó de la desaparición de la compañía a una amarga disputa legal con los principales socios comerciales, incluido el fundador de GoDigital, Jason Peterson, a quien acusó de fraude. Peterson refutó la acusación. La batalla legal evitó que la compañía recaudara capital, apuntó Soares.

“En 2018, GoDigital descubrió que sus antiguos socios comerciales lo habían defraudado con una cantidad significativa de dinero”, subrayó Soares. “Esto llevó a una serie de demandas que impidieron que GoDigital cerrara su Ronda B de inversión. GoDigital actualmente está demandando a estos ex socios comerciales por más de 10 millones de dólares, y el juicio está programado para 2020”.

Los miembros del consejo de GoDigital Inc., incluido el productor de “Jiro Dreams of Sushi” Kevin Iwashina; el fundador de FreeCreditReport.com, Ed Ojdana, y el ex ejecutivo de Facebook, Chris Kelly, no respondieron a solicitudes de comentarios.

En septiembre, la compañía contrató a GlassRatner Advisory & Capital Group, una subsidiaria de la firma financiera B. Riley, para administrar el desembolso de sus activos a través de un tercero. GlassRatner comenzó la semana pasada a enviar cartas a los cineastas diciendo que pasarán entre nueve y 12 meses antes de que se distribuyan los fondos. No está claro qué activos quedan o cuánto dinero estará disponible para los propietarios del contenido.

“Estamos en las etapas iniciales de un proceso de contabilidad que involucra miles de títulos”, indicó Seth Freeman, director gerente sénior de GlassRatner. “Es demasiado pronto para proporcionar un indicio de la cantidad que podría estar disponible para los acreedores, incluidos los propietarios de contenido que están comprensiblemente ansiosos por esta información”.

La caída de Distribber ha arrojado una luz poco halagadora sobre una parte poco conocida de la industria del streaming que se supone que facilitará la vida de los productores independientes.

Compañías como iTunes, Amazon y Netflix no quieren tratar directamente con miles de cineastas individuales que presentan sus trabajos de micro presupuesto. En cambio, trabajan con un puñado de “agregadores de contenidos” cinematográficos, incluido Distribber, que actúan como intermediarios entre los creadores de películas y los <i style=”mso-bidi-font-style: normal”>streamers en línea. Esta industria artesanal de agregadores de contenidos optimiza las películas para los servicios de transmisión continua, proporcionando servicios técnicos como subtítulos y gestión de pagos para los cineastas.

Algunas scompañías, como Filmhub, con sede en Santa Mónica, ganan dinero al quedarse un porcentaje de los ingresos generados por las películas de los clientes. Otros, como Distribber y su rival Quiver, cobran una tarifa por adelantado.

Joe Dain, presidente de la compañía de películas de terror Terror Films, que usó Distribber para sus películas, ve su colapso como una historia de advertencia para los cineastas. “Lo que estoy tratando de explicar a la gente es que todo lo que estamos haciendo es saltar de una sartén a otra, porque ¿qué sucederá cuando caiga el siguiente agregador no regulado?”, cuestionó Dain, quien no mencionó cuánto le debe Distribber.

Distribber fue fundada en 2008, durante los primeros días de la revolución del streaming, por el empresario tecnológico de Los Ángeles, Adam Chapnick, quien había lanzado previamente otra empresa de distribución llamada DocWorkers. (Chapnick dejó la compañía en 2014 y no respondió a las solicitudes de comentarios.)

En 2010, Distribber fue adquirido por Indiegogo, un recurso popular para que los cineastas busquen financiamiento colectivo para sus proyectos.

Soares, de 35 años, emprendedor tecnológico proveniente de una ciudad cercana a Fresno, adquirió el negocio y se convirtió en su director ejecutivo en 2014 con el objetivo de ampliar su alcance global.

En 2015, Distribber se vendió a GoDigital Inc., el antiguo brazo de distribución de películas del consorcio tecnológico GoDigital Media Group. Soares se convirtió en director ejecutivo de GoDigital Inc. después de la adquisición.

Desde el exterior, la compañía con sede en Carthay Circle parecía tener éxito. Su sitio web se jactaba de que tenía cuatro mil 900 clientes y había pagado 41 millones de dólares a sus clientes.

Pero GoDigital Inc. y Distribber pronto se vieron envueltos en demandas judiciales con Peterson, un emprendedor tecnológico con sede en Marina Del Rey.

La empresa Contentbridge de Peterson demandó en 2016 a GoDigital Inc. de Soares por incumplimiento de contrato después de que la matriz de Distribber supuestamente dejó de pagar a Contentbridge por los servicios de codificación. GoDigital Inc. reportó que Contentbridge estaba pasando apuros para mantenerse al día con la demanda. Un árbitro le otorgó 520 mil dólares a la compañía de Peterson.

GoDigital Inc. de Soares contrademandó a Peterson en 2018, acusándolos a él y a otros de inducirlo de manera fraudulenta a pagar más de lo que debería por los servicios de Contentbridge. Se suponía que GoDigital pagaría 17 mil 900 dólares al mes a partir de 2014. La queja citó un correo electrónico de Peterson en 2012 en el que decía que necesitaba “distraer” a los inversores para llegar a un compromiso sobre la tarifa mensual. Peterson negó la acusación y mencionó que el correo electrónico había sido sacado de contexto. Peterson y los otros acusados ??presentaron una moción para desestimar el caso, el cual está pendiente.

Peterson también alegó que él y otros accionistas se vieron perjudicados por el “desperdicio corporativo” y la “mala gestión”, según una demanda de 2017 contra Soares.

“Efectivamente nos congelaron”, dijo Peterson a The Times. “No teníamos ninguna idea de lo que estaba sucediendo en el negocio”.

Soares refutó las afirmaciones, y se llegó a un acuerdo en el caso.

En medio de las batallas legales, se hizo cada vez más difícil para los cineastas cobrar sus pagos a Distribber, enfatizó Sheely, ex empleado del departamento de contabilidad de GoDigital. Los cineastas que se quejaron por la falta de pagos tuvieron prioridad, dijo.

“Los quejumbrosos fueron quienes cobraron”, dijo Sheely. GoDigital fue “lo suficientemente inteligente como para saber cuánto teníamos que deberle a alguien antes de que pudieran llevarnos a los tribunales”.

Mientras tanto, los cineastas han estado luchando para que sus películas sean eliminadas de Amazon, Netflix, iTunes, Google Play y otros sitios. Las licencias de contenido con Amazon ya han expirado, según una página web creada para los acreedores.

Netflix ha comenzado a comunicarse directamente con los cineastas, una acción alentadora para algunos, que esperan que el gigante de transmisión continua de Los Gatos les pague regalías incluso si ya han enviado dinero a Distribber. Netflix, Amazon e iTunes declinaron hacer comentarios.

Ferrari, el cineasta y podcaster, reveló que comenzó el grupo de Facebook sobre Distribber porque se sentía obligado a ayudar a sus colegas.

“Habría un caos loco ahora mismo si no fuera por este grupo de Facebook”, concluyó. “La gente se perdería, y es mi responsabilidad ayudar tanto como pueda”.

El investigador del Times Scott Wilson contribuyó a este reportaje.

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