La basura estadounidense es un tesoro para una aldea indonesia

Tribune Content Agency

BANGÚN, Indonesia — Pocos estadounidenses han oído hablar de esta aldea, encajada entre granjas de maní y una fábrica de papel en la isla de Java. Pero la gente aquí se ha familiarizado de manera íntima con Estados Unidos, hurgando en su basura.

Han rebuscado entre rasgadas envolturas de galletas Oreo, paquetes vacíos de albóndigas de Trader Joe’s, DVDs desechados de “El señor de los anillos” y abolladas botellas de champú de plástico. Incluso han descubierto en ocasiones un billete de 20 dólares.

“A veces es asombroso”, se maravilló Eko Wahyudi, de 43 años, “lo que la gente estadounidense tira”.

Él es uno de los muchos vendedores de chatarra en Bangún, una aldea de mil 500 familias en el extremo receptor de un comercio de desechos transoceánico con un valor de más de mil 500 millones de dólares al año.

Estados Unidos y otras naciones ricas han enviado desde hace mucho tiempo buques de carga de chatarra a Asia, donde se clasifica y recicla para alimentar a industrias hambrientas de materias primas. Indonesia importa grandes cantidades de papel usado para convertirlo en cartón.

Sin embargo, un secreto sucio del comercio de desechos es que los envíos de papel a menudo incluyen otra basura, como la basura municipal, que no se puede utilizar en la manufactura.

Pero incluso eso tiene valor en Indonesia. Las fábricas de papel venden la basura a las aldeas cercanas, donde han surgido industrias artesanales para recogerla y extraer cualquier valor restante.

En Bangún, donde la mayoría de las mil 500 familias trabajan en la basura, los recicladores buscan latas de aluminio, alambre de metal y plástico rígido que se pueden limpiar y volver a utilizar para uso industrial.

Lo que no se puede revender (botellas de refrescos de colores, bolsas de supermercado, empaques de alimentos) termina al borde de las carreteras y cubriendo los campos, atascándose en los árboles, cayendo en las vías fluviales y convirtiendo a la localidad en lo que algunos describen como un vertedero tóxico.

Esta disposición de las cosas quizá no dure mucho más tiempo.

Bajo la presión de grupos ambientalistas, Indonesia y otras naciones asiáticas han comenzado a tomar medidas enérgicas contra las importaciones de desechos extranjeros en un esfuerzo por reducir la contaminación del suelo, el agua y el aire.

Desde junio, funcionarios indonesios han enviado más de 330 contenedores de desechos a su lugar de origen, incluidos al menos 148 a los Estados Unidos, porque los envíos violaban las leyes contra la importación de basura doméstica o de materiales peligrosos. Cientos de contenedores más han sido incautados y están bajo investigación.

Los ambientalistas celebraron la noticia. Los residentes de Bangún tuvieron una reacción diferente.

“Los desechos procedentes de los Estados Unidos significan empleos aquí”, comentó Wahyudi, quien alguna vez dio trabajo a 20 personas para clasificar la basura afuera de su casa pintada de verde, pagándoles alrededor de 3.50 dólares por día.

Cuando sus ingresos cayeron en un 80 por ciento este verano, dejó ir a varios trabajadores y cambió a otros a horarios de medio tiempo.

“Todos aquí dependen de este comercio: los ricos y los pobres”, apuntó. “Sin él, nuestra localidad sufre”.

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El comercio de la chatarra comenzó aquí en 1980, cuando se abrió una planta de papel industrial al lado de la aldea. Las familias que habían cultivado cacahuetes y arrozales durante generaciones descubrieron que podían ganar dinero rápidamente rebuscando entre los desechos importados que la fábrica no usaba.

Ahora se hacen llamar granjeros del plástico.

“Hay más dinero en los desperdicios, y no tienes que esperar la temporada de cosecha”, señaló Misna, una mujer de unos 40 años que ha trabajado como recolectora de chatarra desde que era adolescente.

Misna, que al igual que muchos indonesios solo tiene un nombre, arrastraba un rastrillo por un vasto campo abierto alfombrado con plástico esponjoso que le llegaba a los tobillos, tratando de desenterrar algo de valor.

Tiras de bolsas de polietileno revoloteaban en la brisa cálida de la tarde. Las envolturas de caramelos ocasionalmente volaban con el viento, como mariposas sucias.

Ella estaba concentrada en una nueva carga de desechos mezclados que un grupo de pepenadores había comprado por alrededor de 15 dólares. Esperaban ganar el doble de esa cantidad al clasificarlo y revenderlo a un distribuidor de chatarra.

Misna se sentó a la sombra de un cobertizo junto a su nieta de siete años, tendida en un área cubierta de chatarra. Ajustando su sombrero cónico, Misna comenzó a examinar trozos de plástico, sosteniendo cada uno a la luz del sol como una gema mientras clasificaba los artículos en cubetas.

Las latas de aluminio, las botellas de detergente y otros plásticos rígidos serían los que se venderían mejor. Pero la gran mayoría de la carga del camión no valía nada y solo se sumaría a los acres de plástico que cubren el paisaje.

Incluso parte de eso se usa, como combustible para cocinar.

Unos kilómetros más adelante, un camión depositó varios sacos grandes de tiras de plástico y bolsas de compras hechas jirones en la entrada de una fábrica con techo de hojalata propiedad de Budi Santoso. Momentos después, un trabajador sin camisa combinó el plástico con aserrín, prendió fuego a la mezcla y comenzó a freír una gran tina de tofu, el cual Santoso vende en las tiendas locales.

El dueño de la fábrica, de 39 años, se encogió de hombros mientras el humo oscuro salía de la chimenea.

“Sé que quemar madera es mejor”, afirmó, “pero el plástico está a la mitad del precio y está fácilmente disponible”. Ni él ni su docena de trabajadores se quejaron de enfermedades producidas por el humo.

El comercio de chatarra ha ayudado a las familias mayoritariamente musulmanas de Bangún a prosperar, realizar peregrinaciones a La Meca y pagar la educación de sus hijos. Las casas lucen nuevas capas de pintura, y cada una tiene al menos un automóvil o una motocicleta estacionados afuera, a veces junto a un montón de chatarra.

Algunos residentes se quejan del polvo de los camiones de entrega de desechos o del humo que se cierne sobre la aldea cuando se quema el plástico. Pero la mayoría de los residentes se enorgullecen de su asociación con la basura, y dicen que atrae a trabajadores de las aldeas vecinas.

“La primera vez que la gente viene aquí, piensa que es sucio”, agregó Suwarno, de 42 años y subjefe de la aldea. “Pero después de un tiempo ven la realidad, que pueden ganar dinero”.

Como mecánico en la fábrica de papel durante dos décadas, Suwarno y su familia rebuscan entre la basura en su casa por las tardes. Descartó las preocupaciones sobre los riesgos para la salud y dijo que sus padres habían vivido hasta los 60 años.

“Murieron de diabetes”, dijo, sofocando una sonrisa. “¡Esa es la enfermedad de una persona rica!”

El desfile de entregas de desechos a Bangún ha disminuido de 10 a 15 camiones por día el año pasado a solo unos pocos cada semana. La mayor parte de lo que el pueblo recibe ahora son desechos indonesios, incluido plástico producido en el país, que según él era de menor calidad y valía menos para los recicladores que los desechos procedentes de países occidentales.

Una pepenadora dijo que el año pasado ganaba siete u ocho dólares por día, pero ahora tenía suerte si ganaba un dólar.

Problema con la basura

Indonesia, un enorme archipiélago de 270 millones de personas, ya tiene problemas para manejar su propia basura. Sus ciudades generan 115 mil toneladas de basura al día, de las cuales el 85 por ciento no se recicla, según el Banco Mundial.

Eso no es mucho comparado con lo que producen los estadounidenses, pero los expertos creen que gran parte de la basura de Indonesia termina en el océano y otros cuerpos de agua. El año pasado, el grupo de conservación de Java Oriental Ecoton encontró rastros de microplásticos en peces de río, aparentemente por ingerir pañales arrojados en el río Brantas.

“La basura procedente de países extranjeros solo empeora esto”, dijo el director del grupo, Prigi Arisandi.

Las importaciones de desechos de Indonesia aumentaron en 2018 después de que China, durante mucho tiempo el mayor comprador de desechos occidentales, prohibió casi todos los desperdicios extranjeros por razones ambientales.

El año pasado, según datos comerciales federales, Estados Unidos exportó 452 mil toneladas de papel usado sin clasificar a Indonesia, más que en los tres años anteriores combinados.

Gran parte de eso fue comprado por dos docenas de fábricas de papel en la provincia costera de Java Oriental y atravesó el concurrido puerto de Tanjong Perak con un mínimo de controles aduaneros. Los grupos ecologistas pronto notaron que se acumulaban más desechos plásticos en las aldeas y que llegaban al Brantas.

En abril, Arisandi realizó una operación encubierta en la que pagó a una fábrica de papel 250 dólares por aproximadamente 1.6 toneladas de basura, que los camiones depositaron en un campo detrás de su oficina.

Miembros del personal determinaron rápidamente que parte de la basura había sido importada recientemente de EU: metida dentro de una paca había un ejemplar amarillento de la página de deportes del 26 de febrero del Tampa Bay Times. El grupo también encontró envases que parecían tener su origen en Canadá y Gran Bretaña.

Después de que Ecoton informó sus hallazgos, los funcionarios de aduanas confiscaron 127 contenedores que la fábrica de papel había comprado a compañías estadounidenses. Los exportadores acordaron recuperar los contenedores, que fueron enviados de regreso a los Estados Unidos en julio y agosto.

Para mediados de octubre, ningún importador había sido penalizado por violar las leyes de Indonesia contra la importación de residuos contaminados. Las autoridades indonesias dijeron que no sabían si los exportadores extranjeros habían enfrentado un castigo.

Los funcionarios estadounidenses afirmaron que se sintieron decepcionados al enterarse de los envíos contaminados, pero que poco podían hacer para impedir las transacciones, y pidieron a Indonesia que fortalezca la aplicación de sus normas de importación.

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