DENVER — Todo comenzó en el centro comercial cuando un amigo le ofreció una fumada de un cigarrillo electrónico Juul.
“Fue una especie de presión social”, describió Beth, una joven de 15 años del área de Denver que comenzó a vapear en la secundaria. “Luego comencé a inhalarlo”, dijo. “De repente, fue como, vaya, realmente creo que necesito esto, aunque no lo necesito”.
Pronto, Beth, quien pidió que no se usara su apellido porque no le había contado a sus padres sobre su tendencia a vapear, adquirió un Juul propio. Vapeaba la mitad de una cápsula de e-liquid al día, el equivalente en nicotina de la mitad de una cajetilla de cigarrillos convencionales. También usó otras marcas: un Suorin, un Smok Novo y un dispositivo modificado, que ofrece a los usuarios opciones de vapeo personalizadas.
Beth trató de dejarlo por ella misma, por lo que su madre no se enteró. Pero fue difícil y su escuela no tenía los recursos para ayudarla, comentó.
“Cuando te levantas por la mañana, dices: ‘Oh, necesito una dosis, ¿dónde está?’ Realmente no puedes quitártelo de la cabeza a menos que te distraigas”, señaló Beth.
Colorado tuvo la tasa más alta de vapeo entre adolescente de 37 estados encuestados en 2017, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés). Una cuarta parte de esos estudiantes revelaron que actualmente usaban un producto de vapor electrónico, el doble del promedio nacional. Beth supone que la mitad de sus compañeros de clase vapean regularmente. Su escuela ofrece algo de educación para la prevención del tabaco, pero los adolescentes podrían necesitar mucho más apoyo para ayudarlos a dejar de fumar, dijo.
Beth confesó que logró dejar de vapear hace unas semanas, motivada por las noticias de los jóvenes que enfermaron. Y cuando su propia amiga se enfermó, ese fue un punto de inflexión.
Antes, dijo, “realmente no me lo tomaba muy en serio porque me preguntaba, ¿cuáles eran las posibilidades de que me pasara? Y luego mi amiga casi tuvo un colapso pulmonar y tosía sangre y moco. A partir de eso, ya no pude hacerlo más. No valía la pena”.
La semana pasada, los CDC informaron que estaban investigando más de mil 600 casos de lesiones pulmonares en todo el país asociados con el uso de cigarrillos electrónicos, incluidas más de 30 muertes.
Una encuesta federal muestra que más de una cuarta parte de los estudiantes de preparatoria de EU han utilizado un cigarrillo electrónico en los últimos 30 días. Pero los activistas de la salud pública dicen que el financiamiento para los esfuerzos contra el tabaco es inadecuado. Aunque los estados reciben pagos anuales de las compañías tabacaleras como parte de un acuerdo de demanda de 1998, no están siguiendo las pautas de los CDC para reservar grandes cantidades de ese dinero para ayudar a los fumadores a dejar de fumar o evitar que otros comiencen. Los estados pueden gastar ese dinero en lo que quieran, y la mayoría lo hace.
Otra fuente tradicional de financiamiento para programas contra el tabaquismo ha sido el impuesto al cigarrillo. Pero como menos personas fuman cigarrillos, esa fuente de ingresos ha sido menos confiable. En Colorado, las ventas de cigarrillos han disminuido en un 41 por ciento desde 1990, según el Departamento de Salud de Colorado. Y en más de la mitad de los estados (incluido Colorado) los vapes no están sujetos a impuestos, al menos aún no.
“Es desalentador”, expresó Alison Reidmohr, especialista en comunicaciones sobre tabaco del Departamento de Salud y Medio Ambiente Público de Colorado. “Tenemos más problemas de los que hemos visto antes y menos recursos para lidiar con ellos”.
Se estima que 27 mil estudiantes de preparatoria de Colorado informaron vapear más de 10 días al mes, detalló Reidmohr. “Más personas están usando más productos de nicotina. Nuestros jóvenes se enfrentan a una epidemia de vapeo. No tenemos fondos para tratar con esos productos del vapeo”.
Colorado gasta casi 24 millones de dólares al año en prevención del tabaquismo, pero según un informe reciente de la Campaign for Tobacco Free-Kids, eso es menos de la mitad de lo que recomiendan los CDC y una quinta parte de lo que la industria del tabaco gasta en marketing en el estado.
“Realmente, no tenemos casi nada en términos de tratamiento para estos chicos”, dijo el doctor Christian Thurstone, quien dirige programas de abuso de sustancias para adolescentes en Denver. Añadió que los adolescentes se han vuelto adictos a la nicotina tan rápido que es un territorio desconocido.
Aunque hay sitios web, líneas telefónicas directas, terapeutas y coaches para ayudar a los jovencitos a controlar los antojos de nicotina, todos esos esfuerzos se diseñaron en torno a los cigarrillos tradicionales, expuso Thurstone. No ha presentado estudios sobre adolescentes que hayan dejado de fumar cigarrillos electrónicos.
“Necesitamos un poco de investigación, rápido”, sugirió Thurstone.
Un vocero de la popular marca Juul, declaró que ninguna persona joven o que no use nicotina debería probar Juul, pero no indicó cómo los menores que comenzaron a usar el producto podrían dejar de fumar.
La mayoría de los adolescentes solo necesitan decidir que ya no van a usarlos más, subrayó Gregory Conley, de la American Vaping Association. “Es una pequeña cantidad quienes en realidad podrían necesitar algo de asistencia para abandonar los productos”, dijo Conley.
El departamento de salud de Colorado refuta eso; estima que el 10 por ciento de los estudiantes de preparatoria del estado están consumiendo nicotina más de 10 días al mes.
En julio, National Jewish Health en Denver lanzó un programa de para dejar de vapear adaptado a las necesidades de los adolescentes. En una gran oficina abierta, los coaches responden llamadas. “Gracias por llamar a My Life My Quit”, dijo uno. “Felicitaciones por tomar la decisión de dejar de fumar”. El programa, que utiliza una línea de ayuda tradicional, chats y coaching en vivo, ha visto un fuerte aumento en las inscripciones en el último mes.
My Life My Quit presta servicio en Colorado y está disponible en otros 11 estados: Iowa, Massachusetts, Michigan, Montana, Nevada, Dakota del Norte, Nueva Hampshire, Ohio, Pensilvania, Utah y Wyoming. Thomas Ylioja, quien dirige el programa de Iniciativas de Salud en National Jewish Health, reportó que los datos muestran que el 12 por ciento de los estudiantes de último año de preparatoria en Estados Unidos usan cigarrillos electrónicos todos los días.
Los adolescentes “nos informan que pueden sentir ardor en los pulmones cuando usan estos productos”, comentó Ylioja. “Nos dicen que no pueden hacer ejercicio de la misma manera que antes. Nos dicen que no pueden renunciar a estos productos solos, que necesitan ayuda”.
El programa incluso agregó asesorías vía mensaje de texto, mencionó, porque así es como a muchos adolescentes les gusta comunicarse.
En su oficina, Ylioja lee una copia impresa de conversaciones de texto entre adolescentes y <i style=”mso-bidi-font-style: normal”>coaches. “Tengo 16 años. Soy súper adicto al vapeo. Parece que no puedo dejar de fumar, cuando no lo tengo, es en lo único en lo que pienso”, escribe un estudiante.
“Mi familia está preocupada y me preocupan todas las historias sobre las personas que están enfermando”, dice otro texto. “No sé si es realmente malo vapear, pero debido a estas historias, que podrían ser ocasiones raras, estoy preocupado por ello”.
Nichole López, una de los <i style=”mso-bidi-font-style: normal”>coaches del programa, dijo que los adolescentes a menudo piensan que son invencibles, pero las noticias de que jóvenes están enfermando repentinamente, hacen que los peligros parezcan reales.
“Los está asustando”, describió. “Están asustados. No quieren morir. Escuché a alguien decir: ‘Simplemente no quiero morir, así que tengo que dejar de fumar'”.
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